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sábado, 17 de septiembre de 2011

Sensaciones de un perro callejero

Antes de comenzar este relato este autor decide ser prudente y dejar constancia de que todo lo referente a las expresiones del perro en cuestión, no fueron relatadas por el personaje canino sino que fueron deducidas luego de una serie de cruces de miradas entre este y quien escribe, por ende el perro queda eximido de toda responsabilidad de lo que aquí se redacta.
Era de mañana-las mañanas aun siguen frías en esta época del año- y yo dormía en mi cama  reciclada, con la postura que suelo adoptar para palear el mencionado azote del clima. Me gustaría explicar el porque la expresión de reciclada que le doy a mi aposento, y es que esta constituida de un pedazo de almohada que me dio la Sra. del almacén, mas unos cartones que me dio el carnicero y un par de trapos que encontré por ahí, y me los traje.
Ni bien la luz del día empieza a asomar, algunos humanos comienzan el trajín cotidiano por las cuadras que habito, muchas veces cruzamos miradas, son casi siempre los mismos salvo algunas excepciones, por eso los reconozco y estoy seguro que ellos también me reconocen al repasar con una mirada el árbol de la esquina en la que vivo.
Esa mañana fue distinta, no me quería levantar, estaba tan cómodo enrollado en mí, que ni pensaba en pararme o ir a orinar. Quede mirando hacia la ventana del negocio de la esquina, un local de venta de ropas gauchescas y productos autóctonos. En el borde de la vidriera se sentó un hombre mayor, tendría sesenta años humanos calculo, quizá algunos mas, igual no viene al caso. Se paro bruscamente y fue hasta el cordón, apoyo ambas manos sobre sus rodillas y se inclino hacia adelante, empezó a despedir liquido por su boca, se veía mal, transpiraba, se volvió a sentar. Parecía que la vista se le nublaba porque cerraba sus ojos y meneaba la cabeza, se tomaba la cara con sus manos, esta mal. Se volvió a parar otra vez por lo mismo, ahora lanzo menos líquido, pero se veía pálido y frío. Estuvo así como cuarenta y tantos minutos. Algunas otras personas pasaban por el lugar, pero nadie lo miro, es ahí donde me replanteé la posibilidad de que nadie me conociera, si no lo miraban a el que estaba mal menos me iban a mirar a mi que estaba cómodamente acurrucado, en mis delirios de sueños.
Me dio por pararme y como todo perro, no pude con mi genio y fui a oler aquello del cordón, después me le acerque un poco al hombre de la ventana y me eché cerca de el, mire fijamente a todos los que pasaban para corroborar que prestaban atención, y si, lo miraban, pero seguían de largo, nadie, ni uno solo se paro para ver como estaba este tipo, yo no podía hacer nada mas que estar ahí, verlo recuperarse o morir.
Al rato se paro y salio de a pie hacia la zona mas céntrica, mirando hacia adelante, no miro para abajo, no me vio, se tropezó conmigo y me clavo sus ojos encolerizados  -perro de mierda- exclamo.
A mi me dijo eso?  a mi que fui el único que estuve cuando estaba mal. Ahora entiendo por que los humanos no se ayudan entre si cuando les pasa algo, manga de desagradecidos de mierda, pensar que deje de dormir para acompañarlo. Y pensar que dicen que el hombre es el mejor amigo del perro!

2 comentarios:

  1. "por eso los reconozco y estoy seguro que ellos también me reconocen al repasar con una mirada el árbol de la esquina en la que vivo." interesante decir.. por otra parte, me divertì mucho en el transcurso del texto.. es màs.. terminè ladrando y chorreando rabia humana_ buenìsima propuesta!.. seguì soñando.. o no.. jaja.. cariños

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  2. Jaja gracias amiga, la verdad que si es un sueño, se le parece bastante a lo real o a la realidad!

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