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sábado, 3 de diciembre de 2011

Experiencias sobre la intervención en la Investigación

Hijos de la fragmentación?

Pareciera que los tiempos han cambiado y con ellos, muchas costumbres sociales. No descubrimos nada nuevo, si hablamos de la velocidad con la que se vive hoy en día, o los bombardeos consumistas que soportamos producto de un capitalismo cada vez más abarcativo y global. Lo que si se puede advertir es la falta de adecuación de los sujetos a estas nuevas circunstancias, donde parecen estar desprovistos de aquellas herramientas sólidas que eran brindadas por las instituciones. Esto parece producir sujetos-sujetados a las viejas estructuras organizacionales sin poder desarrollar nuevas estrategias para “habitar” aquellos espacios construidos por fuera del soporte institucional. Lo podemos ver hasta en nuestras maneras de comunicarnos, ya que el lenguaje también es una institución que parece haber sufrido esa especie de desfondamiento. Estamos atravesando una transformación lingüística en donde gran parte de los conceptos parecen sufrir una re-significación producto de su adaptación a los tiempos posmodernos. Habitar espacios en los cuales las palabras son desconocidas nos pone en el compromiso de adaptarnos, o de lo contrario pasamos a no comprender lo que se “esta diciendo”, quedamos enfrascados en los significados primarios y como producto de ello, nuestra comunicación merma y se vulgariza, disminuyendo las posibilidades de relacionarnos, de formar nuevos lazos y construir vínculos.

Buscando certezas en lo incierto

"Las estructuras sociales se construyeron a lo largo de la historia basándose en lo corpóreo, como aquello palpable y visible, que le da al hombre una cierta sensación de seguridad, de estabilidad que le permite desenvolverse con cierto respaldo. Es muy difícil proyectar una sociedad proponiendo como material constituyente, como elementos vitales de la construcción, la incertidumbre y la relatividad"1, pero parece ser que no tenemos hoy la posibilidad de elegir, la situación esta dada de esta manera y esta en “nosotros” lograr hacer pie en un terreno cenagoso, desconocido y fugaz.
Todo acto por si solo parece tener hoy una “carencia de sentido” que antes era brindada por el disciplinamiento institucional. Hoy todo es incertidumbre y desprotección, por eso se necesitan nuevos procesos de subjetivación que nos ayuden a través de un “pensamiento complejo” a la adaptación de las antiguas estrategias a las nuevas condiciones situacionales, cargadas de autonomía.

Construyendo situaciones

Al hablar de construcción de situaciones intentamos inferir que, es posible ir ganándole terreno a la fluidez a través de la producción de medios que se constituyan como propios. Es posible lograr la confeccionar de espacios y tiempos libres de marcas instituidas y producir también la subjetividad capaz de habitarla.

“La fundación de una situación es también la fundación de su habitante” 2

Para ello necesitamos un compromiso personal y ético, constituirnos como agentes de cambio capaces no solo de habitar sino de construir estos nuevos espacios.

Investigación adaptada a las nuevas subjetividades

Cuando trabajamos sobre un proceso de investigación damos por sentado que existirán algunos enunciados que serán puestos a prueba mediante lógicas de construcción, como un método de trabajo (selección, clasificación, ordenamiento y organización de datos) que nos llevara a un resultado final, esta a sido y es aun la manera mas común de llevar adelante los procesos de investigación científica.
Hoy podemos ver que en esos procesos, las personas intervinientes no pueden quedar por fuera de la investigación ya que están “involucradas” en ella desde lo vivencial, su sola participación modifica lo que se estudia y las modifica a si mismas y al grupo de trabajo.
Todos los procesos que se llevan adelante en una investigación tienen carácter de intervención, aun la observación, ya que esa observación va dar como resultado lo que el observador dice que ve, sin poder asegurar que eso que ve sea lo que este pasando.

“La objetividad es una ilusión de que las observaciones pueden hacerse sin un observador” 3

Desde la mirada Psicosocial se intenta trabajar con la “intervención” como herramienta y se toma como punto clave para determinar el rumbo y la implicancia que tomara una investigación. Una intervención tiene que ver con una acción en el campo social, llevada a la práctica mediante algunos procedimientos que buscan un determinado propósito, persiguen una finalidad que no es otra que alterar a los sujetos involucrados en dicha acción. Se pretende desmitificar las conclusiones cerradas y objetivas como único resultado de un proceso de investigación, proponiendo acciones como la escucha, la demora, la significación, la construcción conjunta a través del encuentro y la elucidación. Es el intento por abordar otros suelos nutricios con cualidades desconocidas surgidas desde la afectación con el “otro”, la construcción compartida de experiencias que nos potencien subjetivamente y nos constituyan en sujetos capaces de habitar estas nuevas formaciones sociales de mutación constante,  dinámicas y caóticas. Ya no podemos dar nada por supuesto, por eso la intervención intenta una búsqueda constante de algo por descubrir, aun cuando no se sepa que es. Es un interrogante continuo, un recomenzar permanente cargado de pasiones y nuevas miradas, una posibilidad de escucha para construir desde ese puente que se forma entre lo que se pregunta y lo que se contesta.
Por otro lado debemos evitar caer en la tentación de la interpretación, ya que la intervención no persigue una finalidad terapéutica sino una acción social, de esta manera evitamos caer en significaciones erróneas, o endilgarle sentido a algo que no fue dicho con ese fin.  La intervención como herramienta y la implicación como medio de acción, persiguen el propósito de no claudicar desde un comienzo a la posibilidad de construir nuevos espacios de posibilidades, comprender que hay otras miradas y posiciones más allá de las hegemónicas. Ya sea en el ámbito de las ciencias sociales como en la vida misma no es posible encasillar de una vez y para siempre, lo que tenga que ver con el devenir social ligado a la dinámica vincular, la construcción ya no pasa por las instituciones ni por los valores individuales, sino por el compromiso compartido entre los sujetos, de ahí que surge la intervención como mediadora, actuante en las grietas de un “entre” que permite la producción de un “nosotros”.

Bibliografia
1-Nota sobre el caos, en este mismo Blogg.
2-Lewkowicz, M. Cantarelli, Grupo Doce; “Del fragmento a la situación. Notas sobre la subjetividad contemporánea”; Ed. Altamira; Pág.109
3-Paul Watzlawick y Peter Krieg. Despedida de la Objetividad. El ojo del Observador. Pág. 6




lunes, 31 de octubre de 2011

Uno en cada pueblo

Claro esta que en cada pueblo hay un personaje y mil historias que lo acompañan, son aquellos sujetos poco favorecidos por la vida, dueños de alguna dificultad que no le permite desempeñarse dentro de los parámetros que todos conocemos y naturalizamos como normales, pero se las ingenian siempre para hacerse querer y de alguna u otra manera logran destacarse y alcanzar popularidad en el lugar. En las ciudades también existen estos personajes, y suelen estar desparramados por distintos barrios corriendo la misma suerte que los de los pueblos. Como era de esperar en mi barrio estaba “Pajarito” que andaba montado en un palo de escoba con una soga en la punta que hacia las veces de manubrio, algunas veces de bicicleta y otras de moto, esto lo decidía el de acuerdo a las urgencias que le iban surgiendo, nosotros solo nos enterábamos por el andar silencioso emulando una bicicleta o el acelerar desenfrenado de su moto bailarina.
Cuando chico nunca le preste mucha atención inclusive muchas veces nos reíamos de Pajarito y sus payasadas, a veces lo dejábamos jugar al futbol y era muy divertido, parecía un nene que corría alocado para agarrar la pelota como sea, para el no había rivales ni compañeros, solo quería la pelota, la agarraba y en ves patearla la tomaba con las manos y corría desencajado saliéndose de los limites de la cancha. Una ves tuvimos que ir hasta la “casa” a buscar la pelota porque se la había llevado.
Con el tiempo mis ocupaciones fueron otras y ya mis días no transcurrían en el juego y la diversión sino entre el trabajo y la familia, estaba bastante atareado y ya había dejado de hacer muchas cosas que me gustaban cuando chico, como jugar al futbol y pasar tiempo en la esquina con los muchachos. Lo que no había cambiado era Pajarito, el si estaba siempre en la esquina, esperando, nada en particular, solo esperando. Hablaba con todo el mundo porque todos lo querían, lo saludaban y le regalaban cosas. Dormía en una casucha de gas de un vecino, que lo dejaba estar siempre ahí, tenia una mochilita con algunas pilchas y unas revistas de El Grafico que le habían regalado, siempre leía lo mismo, pero ahora que lo pienso bien debería mirar las fotos porque no creo que halla sabido leer.
Yo llegaba todas las tardes del trabajo y el me estaba esperando en la reja de casa, nos saludábamos y el se quedaba parado esperando que yo volviera a salir, siempre le daba algo de comer y el me decía “gracias señor”; a mi me causaba mucha gracia escucharlo decirme señor, era pajarito, el me conocía a mi dende pendejo, ahora debía tener como cincuenta y largos. Esa escena repetida me hacia pensar el una mascota y su amo, todos los días a la misma hora, el mismo ritual, la comida como nexo. Me empecé a preguntar que pasaría si yo no le diera algo de comer, si al otro día vendría igual a esperarme en la reja. Me propuse un día no le darle nada, pero no pude, entre y lo mire por la ventana, se quedo parado ahí por mas de media hora, esperando, no pude.  Decidí cambiar la estrategia y lo que hice fue hablarle antes de entrar, de cualquier cosa, preguntarle algo a ver que me decía. Fue así que un jueves bajo del auto y ahí estaba pajarito, lo saludo y el me devuelve el saludo, me paro y le pregunto como había pasado el día, el contesta.
-Hoy fue un día hermoso Sr., comí unas frutillas con Javier y después a la tarde Omar me convido unos mates. Barrí dos veredas y me dieron cuatro pesos, no puedo pedir mas por un día no le parece?
-Quien es Javier? Pregunto
-Javier es el hijo mas chico de Luis, su vecino de enfrente. Lo tendría que ver jugar al futbol, no sabe como la mueve. Su hijo, Lautaro también juega muy bien Sr., lo se porque juegan en la misma categoría y yo he visto algunos partidos.
- Y Omar? Quien es Omar?
-Omar es el mecánico de la esquina, que raro que no sepa el nombre, usted ya le llevo más de una ves el auto. Me acuerdo de esa mañana que no le arrancaba, fue en enero no?
-Si en enero. Le contesto algo confundido y empezando a caminar hacia adentro.
Voy a la Heladera y armo uno de Milanesa con un poco de queso y mostaza. Nunca supe si lo que yo le daba a el le gustaba, el nunca me dijo nada, ahí me di cuenta que yo nunca le había preguntado nada.
Salgo a la vereda pero pajarito ya no estaba, quede desconcertado. Se abra molestado porque cambie la rutina? Entre y me puse a reflexionar sobre lo sucedido, cuantos años estuve errado sobre pajarito, el loco se sabe todo sobre la gente del barrio, y sabe porque pregunta, charla con todos, se involucra con sus vidas. Y yo? Que pelotudo por favor, yo me creía alguien importante en el barrio porque trabajo en un Banco, llego con mi maletín y mi corbata, que pelotudo por favor!
Pajarito ya no esta entre nosotros, pero  través de su vivir cotidiano nos ha demostrado a mas de uno cual es el verdadero trabajo social. El no creía en dioses sino en la gente, el no le interesaba la comida sino el vinculo, el no buscaba plata sino Sentidos.
Nunca vas a trabajar pajarito? Me acuerdo que le  preguntaron una ves, y el loco respondió – Yo cuido el barrio pibe, no me da el tiempo para trabajar en otra cosa, es mas si yo tuviera trabajo, quien cuida tu casa a la noche? Quien le lava el auto a tu viejo? Y el pasto de la vereda, lo vas a cortas vos? No puedo trabajar, no me da el tiempo.

sábado, 22 de octubre de 2011

Crónicas Urbanas

Yo logre lo que nadie pudo!!!


Yo lo conocí ya de viejo, en su ultima etapa, quizá las mas feliz para el, esto es una suposición mía que se me ocurre dadas las circunstancias contextuales de aquel momento, con 87 años y casi toda una vida resuelta, solo le quedaba disfrutar de los nietos, almorzar los domingos con la familia completa y pasear todas las mañanas por su querido barrio San Martín con el perro, que la verdad no me acuerdo como se llamaba, era un manto negro, gauchito, pero yo le tenia un poco de miedo.

Pichi le decían, todo un personaje el viejo. Era de esos viejos que inspiran ternura, no se explicarlo exactamente con palabras, pero el que estuvo alguna vez a su lado no necesita que se lo explique, lo sabe, seguro que lo sabe. Tenia esa mezcla de nostalgia y felicidad que a uno lo desconcertaba, a veces te parecía que estaba cabizbajo y te salía con una joda, era terrible ese viejo.

En los almuerzos, he compartido algunos con el y otras gentes, después de haber comido, le gustaba pasear por la mesa y ver en que andaba cada uno de los presentes, al pasar te tocaba la espalda de una manera que decía, te invitaba a su mundo.

Entre tantas anécdotas que me ha contado una ha de destacarse por su carácter de irrepetible, y de eso se jactaba don Pichi cada vez que la exponía, digo cada vez porque recuerdo haberla escuchado en mas de una oportunidad, como le gusta hacer a los viejos, contar muchas veces lo mismo.

Se ponía en situación y arrancaba el relato, era domingo por la tarde y en Gral. Daniel Cerri se disputaba la final de futbol de la liga del sur entre Sansinena, equipo que lo alistaba en sus filas, y Bella Vista. Hacia referencia a un par de cosas que pasaron aquella tarde pero lo mas importante, el nudo de todo aquello se producía en el momento mismo en el que el arbitro pitaba un penal a favor del conjunto local, ahí empezaba el espectáculo con movimientos de manos y gesticulaciones, los ojos, tendrían que haber podido verle los ojos para entender como disfrutaba ese hombre al contar aquello que le había pasado.

En su larga carrera como futbolista jamás había errado ningún penal, creo que tiraba el número de penales convertidos y todo a modo de complementación estadística del momento, no lo recuerdo bien. Faltaba poco para el final y estaban empatados asíque un penal pateado por el Pichi era una victoria asegurada. Con la pelota en su brazo izquierdo se dirigía al punto penal, seguro de si mismo, la historia lo avalaba, sus hinchas sabían de lo que era capaz aquel derechazo que salía cual cañonazo endemoniado a quemar cualquier red que le pusieran en frente.

Acomodo la bocha, retrocedió unos cuatro o cinco pasos y arranco la carrera hacia la gloria, el estadio enmudeció, quedo como suspendido en un instante eterno donde no existe ni una vibración, las caras quedaron perpetradas como queriendo simular cuadros para la posteridad. Solo se escucho un silbido desgarrador, producto de la velocidad de la pelota dirigiéndose en camino recto al encuentro con la red. Seguido de ello un grito que enmudeció mas aun a todos aquellos que estaban presentes. “La ataje!” “La atajeee” grito el arquero, que se saco la boina y corrió enloquecido como queriendo festejar.

Yo fui el único que hice hablar al mudo Carranza decía el Pichi, mientras sus ojos acompañaban la expresión creciendo de tamaño. Todos nos reíamos mucho, yo me reía cada vez que lo escuchaba contarla. Lo que nunca le pregunte fue como termino el partido y si ese tal Carranza volvio a emitir sonido despues de aquella tarde. No creo que alguien se acuerde, lo que si estoy seguro es que nadie se debe olvidar del día en que el Pichi hizo hablar al mudo Carranza.

Crónicas Urbanas

Es mi intención dejar plasmado en este espacio de palabras, las crónicas que son mías, mías porque las viví o me las contaron, de igual manera forman parte de mi menoría. En ellas aparecerán personajes reales y no tanto, lugares ciertos y no tanto, e historia verdaderas y no tanto. Todas tienen en común el sello de lo Urbano, entiéndase por ello algo perteneciente o relativo a las gentes, a los aglomeramientos en general, de cualquier dimensión. La expresión “míos” no es un capricho lingüístico ni un derecho de posesión, lo expongo así porque son vivencias personales y seguramente algún otro presente en cualquiera de ellas, tendría otras cosas para contar, que tienen que ver mas con el y con su forma de ver las cosas. Muchas de ellas me las trasmitieron oralmente y de igual manera las siento mías, ya forman parte de mi bagaje emocional.

domingo, 16 de octubre de 2011

Sobre lo que llamamos Etica

Hoy e vuelto a pensar en la Ética, y hoy puedo decir que la Ética para mi es no volarme la cabeza cada mañana, eso es Ética para mi hoy. Quizá mañana sea otra cosa, ya que la descubro errante como ciertos prólogos que  me “trillan” la cabeza. Dinámica, esa es a mí entender la principal característica de esta señora de astucia sin igual,  por eso no puedo definirla, porque cuando esta siendo deja de ser, y cuando quiere ser ya ha dejado de serlo. Volviendo a los prólogos, no es la Ética un prologo constante? Un eterno comenzar antes de ser, y un dejar de ser para volver a conformarse en un nuevo comenzar?
Puede ser que esta palabra me haya hecho mal últimamente y en mi fuero interno, busco engañarme al conseguirle otras palabras que la nombren, menos dolorosas, menos caóticas, más dulces, menos separadas de mí andar cotidiano, le busco palabras con sabor a tuco de almuerzos, a yerba húmeda, a habitación fresca en una tarde de verano.
Ya no tiene sentido convocarla si lo único que me produce es dolor, es evidente que ella no es la culpable sino mi cuerpo que se incomoda ante su presencia. Por eso he tenido que hacer esto,  este juego de palabras que me facilitan el habitar, si las palabras no me sirven para eso, para que entonces.
Ya se que no se lo que ella es, pero si se que es lo que me hace sentir bien, por ende ella será a partir de hoy todo aquello que este ligado a mis sentires, sin rango clasificatorio o tablas cuali-cuantitativa ni nada de eso. Ella será aquello por lo que cada mañana no me vuelo la cabeza, será tu sonrisa al verme, será un abrazo de mi padre y el recuerdo de mi madre, será tu llamada, y el mundo a través de los ojos de mi amada.
De esta manera quizá deje de ver solo mi cuerpo y alcance a ver la dignidad de otros, quizá logre al valorar mis sentidos, alejarme de la indignación por los sentires ajenos. Cuantas veces caemos en el enojo por no compartir los deseos de otros, como si ellos dependieran de nuestra aprobación, mucho menos de nuestra indignación, donde queda la Ética en estos puntos cardinales de desencuentro, embriagada de una Moral absurda y enceguecedora, sumida en un discurso que nos ahoga el pensamiento.
Ya no se que carajo es la Ética, pero se que despertarme abrazado a la espalda de la mujer que amo me hace bien. Me pierdo muchas cosas durante los días de trabajo pero llegar a mi casa y servirme una copa de vino me hace bien,  escuchar música me hace bien, leer y escribir me hace bien, amar me hace bien, por eso hoy decido reformular el concepto de la palabra Ética para mi vida y llenarla de todas aquellas cosas que hacen que cada mañana cuando me levanto, decida no volarme la cabeza.

martes, 20 de septiembre de 2011

Dicotomías del pensamiento Urbano

He decidido hoy estar parado en el borde
Ni por fuera ni por dentro, sino entre
Y ese entre automáticamente me deja por fuera
Me excluye y me libera de ataduras

Quiero caminar por los cordones
Me arte de las veredas y de las calles
Iguales todas ellas
Sin sentidos ni rumbos


Me voy por fuera de este gran cause
Soy  ropa que no viste
Soy gente que no muere
En este mundo de moribundos

El rico vive muy bien en su palacio
Y el pobre es subsidiado en el caserío
Mientras el del medio paga las penas
Por el bienestar de ambos

Ni sol ni luna
Prefiero tus ojos
Ni mar ni río
Prefiero tus labios

Tiempos de espanto
Y sordos tapies
Amores ambidiestros
Reflejos extraños

Ya nada es ni será como antes
Ya todo viene siendo como puede ser
El sol sale por las noches en los arrabales
La luna extraviada en los días, dejo de brillar

sábado, 17 de septiembre de 2011

Sensaciones de un perro callejero

Antes de comenzar este relato este autor decide ser prudente y dejar constancia de que todo lo referente a las expresiones del perro en cuestión, no fueron relatadas por el personaje canino sino que fueron deducidas luego de una serie de cruces de miradas entre este y quien escribe, por ende el perro queda eximido de toda responsabilidad de lo que aquí se redacta.
Era de mañana-las mañanas aun siguen frías en esta época del año- y yo dormía en mi cama  reciclada, con la postura que suelo adoptar para palear el mencionado azote del clima. Me gustaría explicar el porque la expresión de reciclada que le doy a mi aposento, y es que esta constituida de un pedazo de almohada que me dio la Sra. del almacén, mas unos cartones que me dio el carnicero y un par de trapos que encontré por ahí, y me los traje.
Ni bien la luz del día empieza a asomar, algunos humanos comienzan el trajín cotidiano por las cuadras que habito, muchas veces cruzamos miradas, son casi siempre los mismos salvo algunas excepciones, por eso los reconozco y estoy seguro que ellos también me reconocen al repasar con una mirada el árbol de la esquina en la que vivo.
Esa mañana fue distinta, no me quería levantar, estaba tan cómodo enrollado en mí, que ni pensaba en pararme o ir a orinar. Quede mirando hacia la ventana del negocio de la esquina, un local de venta de ropas gauchescas y productos autóctonos. En el borde de la vidriera se sentó un hombre mayor, tendría sesenta años humanos calculo, quizá algunos mas, igual no viene al caso. Se paro bruscamente y fue hasta el cordón, apoyo ambas manos sobre sus rodillas y se inclino hacia adelante, empezó a despedir liquido por su boca, se veía mal, transpiraba, se volvió a sentar. Parecía que la vista se le nublaba porque cerraba sus ojos y meneaba la cabeza, se tomaba la cara con sus manos, esta mal. Se volvió a parar otra vez por lo mismo, ahora lanzo menos líquido, pero se veía pálido y frío. Estuvo así como cuarenta y tantos minutos. Algunas otras personas pasaban por el lugar, pero nadie lo miro, es ahí donde me replanteé la posibilidad de que nadie me conociera, si no lo miraban a el que estaba mal menos me iban a mirar a mi que estaba cómodamente acurrucado, en mis delirios de sueños.
Me dio por pararme y como todo perro, no pude con mi genio y fui a oler aquello del cordón, después me le acerque un poco al hombre de la ventana y me eché cerca de el, mire fijamente a todos los que pasaban para corroborar que prestaban atención, y si, lo miraban, pero seguían de largo, nadie, ni uno solo se paro para ver como estaba este tipo, yo no podía hacer nada mas que estar ahí, verlo recuperarse o morir.
Al rato se paro y salio de a pie hacia la zona mas céntrica, mirando hacia adelante, no miro para abajo, no me vio, se tropezó conmigo y me clavo sus ojos encolerizados  -perro de mierda- exclamo.
A mi me dijo eso?  a mi que fui el único que estuve cuando estaba mal. Ahora entiendo por que los humanos no se ayudan entre si cuando les pasa algo, manga de desagradecidos de mierda, pensar que deje de dormir para acompañarlo. Y pensar que dicen que el hombre es el mejor amigo del perro!

miércoles, 24 de agosto de 2011

Desalojo

Muchas veces por la mañana cuando me encuentro en la oficina y miro hacia afuera, por la gran vidriera soleada, me dan muchas ganas de estar en mi patio, con mis perras, jugando, tomando un mate, barriendo, cualquier cosa antes que estar aquí entre papeles y problemas ajenos, llamadas de reclamos y apuros innecesarios. Hoy más que nunca esta secuencia me ocurrió repetidamente. Es invierno y las mañanas en esta época del año no suelen ser agradables a la intemperie, pero hoy hay un sol precioso que brinda su calor a quien lo sabe apreciar, me imagino en el rincón de siempre, con una silla plástica al lado de la canilla, en la otra silla sentado, el mate, como aquel compañero que hace cuerpo y me acompaña en ese espacio y en tantos otros.
Sufrí todo ese día por no poder hacer lo que quería, o mas bien por desear lo que no puedo a sabiendas, la gente como yo, sin coraje, no puede desear los martes por las mañanas o los jueves por las tardes, solo debe conformarse con aquellos momentos fuera del horario de trabajo. Una vez más volví a pensar cuanto pierdo por ganar, cuanto me alejo de mí por incluirme en espacios que muchas veces ni los disfruto, pero sigo sin valor para cambiarlo.
Se hizo la hora de marchar, apago la compu, acomodo algunos papeles y me voy luego de saludar a los últimos que van quedando, lo de todos los días, rutina le llaman. Ya no tengo apuros por llegar porque el sol se fue por completo, ahora esta haciendo frío, y a esta hora ya tengo otros compromisos por lo que tampoco puedo disfrutar del patio y todo lo anterior, ya no lo pienso, no puedo flagelarme mas de una vez por día, no tiene sentido castigarme tanto.
Estoy llegando al barrio, solo me separan de la puerta de mi casa dos cuadras de tierra, duras y empedradas, las recorro y cuando giro en la ultima veo un camión parado justo delante de mi casa, con algunas cosas mías dentro, un mueble viejo, un colchón y ya no pude ver mas, se me nublo la vista, no entendía que pasaba, un robo a plena luz del día, con todos los vecinos mirando? No podía ser, algo raro pasaba. Estacione el auto, si se puede decir que estacione por que lo deje en la mitad de la calle, y corrí hacia adentro, no podía creer lo que estaba viendo, eran perros, si perros!!
Uno con una gorra y lentes, sentado en mi silla le tomaba declaración a mis dos perras, como en una especie de denuncia policial. De más esta decir quien era el acusado, mire la planilla que confeccionaba aquella especie de fiscal canino y pude advertir escritos que denunciaban falta de interés, falta de tiempo, reducción de los horarios de paseos, espacios prolongados entre comidas y algunas otras cosas más.
Esto es una locura dije, sonreí con una mueca entre cínica y nerviosa, no sabia que hacer o como reaccionar, esto es de una película me dije, y me acorde de la gata, donde esta la gata, ella es testigo de todas estas calumnias, además siempre estará a favor de un humano en una contienda contra su histórico rival, era obvio, ella podría ayudarme con esto. La empecé a buscar por todos lados mientra  otros perros seguían cargando mis cosas al camión de afuera, yo intente pararlos pero otros dos, mas grandes aun,  cumpliendo la función de control, emulando una especie de patovicas, me dejaron en claro sin pronunciar palabra alguna, que ni se me ocurriera interceder. Salgo al patio y ahí estaba, sobre la silla plástica, nos miramos, sus ojos eran fríos, secos.
-Llegas tarde me dice, la gata. Estuve todo el día llamándote desde acá, pero no me oíste.
-Desde cuando hablas, y desde cuando llamas? Porque no me hablaste antes para evitar todo esto, que esta pasando?
-No he hablado por que no tenemos permitido hablar, esta es tu sociedad y no la nuestra. Ellas te han denunciado y ahora se quedaran con todo.
-Que locura es esta por favor, que tienen para decir de mí, que hace años que les doy techo, comida, las cuido y las saco a pasear. Aparte son perros, que les pasa?
-Las cosas cambian, ahora debemos buscar otro lugar donde estar, yo tampoco puedo quedarme, descubrieron mis intentos de advertencia y me juzgan por ellos.
-Esto no puede estar pasando –dije por lo bajo- no puede ser.
-Debes estar mas atento a tus deseos –me dijo el gato- tienes una sola vida y te la pasas haciendo lo que no te gusta, en cambio ellas reclaman todo aquello por lo que viven, eso están haciendo ahora.

Entre nuevamente, ya mas calmo, las mire de reojo buscando un arrepentimiento, un perdón. Sus miradas eran de tristeza, note que no querían que aquello estuviera pasando, pero lo harían de todas maneras. Fui a la pieza y puse algunas cosas en un bolso, una foto de ellas que me estaban desalojando, mire la casa por última vez, cada rincón, recordé vivencias en cada uno de ellos, sentí dolor y tristeza.
Al pasar por su lado, bajaron sus cabezas en señal de respeto, tal como lo hicieron siempre, yo no sabia como reaccionar, solo me agache y las bese suavemente a cada una, mas no como un perdón sino mas bien como aceptando todo, declarándome culpable de manera silenciosa. Mire a un costado, la gata ya caminaba a mi lado, salimos a la calle y nos fuimos sin rumbo fijo.

miércoles, 17 de agosto de 2011

Postales de Ergo Marconi

Ultima parada de Ergo Marconi

Sintió el peso del cielo sobre su cabeza, el día comenzó gris y espeso, amenazante. El agua estaba al caer, estuvo así casi todo el día, eso fue peor que si hubiese llovido. Cuando llueve uno planea el día en función a lo que puede o no hacer, pero cuando esta por llover uno no sabe que es lo que puede hacer o no, la espera se vuelve angustiante, se pasa el tiempo, se dejan cosas sin hacer, se pierden días. Las incertidumbres no son el fuerte de Ergo Marconi y queda más que claro con este ejemplo.
El día ya no es bueno para el, siente malestares, recuerdos inapropiados le invaden la mente y lo entristecen. Ergo mira por la ventana hacia afuera, se siente explotar, decide salir a experimentar el aire y se conecta con el frío mediodía.
Se siente raro, pero no puede explicar o poner en palabras aquel sentir, no puede. Camina por las calles de manera lenta y pausada, observando aquello que nadie mira, un par de perros durmiendo juntos en los pasillos del palacio municipal, un viejo con su mano extendida pidiendo limosna, esforzándose por poner su mejor cara de necesidad, para dar mas pena y así lograr mayor cantidad de monedas en su lata de chapa, que en la antigüedad fue una lata de duraznos al natural.
Ergo Marconi no se encuentra a si mismo, va por las veredas pero no va, ya no sabe ni que hace en estos lugares. Se detiene junto a un árbol de la plaza y mira hacia arriba, aquel cielo siempre amenazante, suponiendo que hoy hubiese sido un buen día para morir.

sábado, 13 de agosto de 2011

Postales de Ergo Marconi

Ergo y el árbol

Se sintió con la necesidad de saludar a un amigo y hacia allí partió Ergo Marconi, hacia su infancia. Ya no transita mucho aquellos lugares, aquel barrio de su querida ciudad,  pero aquel amigo aun vive por esas calles, tan suyas de madrugada, tan calidas en horas de siestas veraniegas de antaño. Eran calles de tierra, polvorientas y magníficamente preparadas para los espectáculos futboleros, un par de cascotes o alguna campera que emulaban ser los postes de un arco, una pelota cualquiera (a veces algún papa se jugaba y conseguíamos una buena, de cuero) y se rociaba la cuadra de magia, tacos y malabares. Claro esta que a las vecinas no les gustaba nada aquello, temiendo alguna rotura de vidrio o rezongando por la polvareda que se levantaba cuando algún cruce de piernas se daba violentamente.
Lo cierto es que ahora en esas calles hay asfalto, los veranos se mitigan con aire acondicionado y toda la mística que Ergo Marconi recuerda mientras maneja su coche ya no existe, no existe en la realidad claro, mas nunca dejara de habitar en su recuerdo y el de cada uno de los chicos que compartían aquellas siestas interminables. Ergo recuerda las vacaciones de verano, como puede ser que tres meses parecían una eternidad, se ríe por dentro, pensar que ahora solo tiene libre un par de semanas al año, que por otro lado se le pasan como una brisa de otoño.
Al llegar pasa por el frente de su antigua casa y siente la necesidad de frenar, siempre desde dentro del auto mira aquella portada, una casa sencilla de plan de vivienda, la fachada no era la misma, le cambiaron la ventana por una mas amplia y la pintaron de un color que a su madre no le hubiese gustado nada, tiene rejas, muchas rejas. A la vista ya no le parecía su casa, aquella en la que vivió casi 20 años. De pronto siente una presencia , le corre un calor por su espalda como cuando uno se encuentra con alguien que hace mucho no ve, hace foco con su mirada unos ocho metros hacia delante y lo ve, firme como siempre, un poco deshojado debido a la época del año,  estamos en pleno invierno. Era un árbol de Acacia bola de copa bien grande  y elevada,  el es el que ha estado aquí todo este tiempo que yo no estuve –pensó Ergo Marconi- el es el vigía de la casa, el sabe todo lo que paso y pasa por estos lados, el me ha visto salir  mil mañanas hacia la escuela, el se nos ha ofrecido siempre de una manera generosa como parte de un arco de futbol, para que podamos jugar un 25 o alguna aguerrida final en definición por penales.
Emocionado Ergo bajo del auto y se acerco al árbol, -Tendría que haberle puesto un nombre pensó-  le temblaban las piernas como cuando esta uno frente  a alguien sin saber que decirle, como queriéndose disculpar de algo que ni siquiera sabe si es culpable, temía que se le escapara una lagrima, se reprimió el deseo de abrazarlo, se sintió observado, quizá algunos vecinos lo estuvieran campaneando desde alguna ventana, esto era muy común en el barrio, al menos en su recuerdo. Quería compartir tiempo con el pero sus estructuras no se lo permitían, entonces fue hasta el auto y levanto el capot en seña de que algo funcionaba mal, saco un cigarro y simulo un descontento por la avería del vehiculo, prendió el cigarro y se apoyo sobre la Acacia, se sintieron nuevamente, el le trasmitió cuanto lo había extrañado y le agradeció por los recuerdos, el árbol nada hubo dicho, solo siguió en su lugar, viendo a Ergo Marconi una ves mas fingiendo sus encuadres, buscando una forma camuflada que lo haga sentir lo que  en realidad necesita. Allí estuvieron al menos veinte minutos, Ergo bajo el capot y arranco lentamente, como aquel que se va de donde no quiere irse, el árbol se quedo mirando, inmutable, la pasividad de la cuadra.

domingo, 7 de agosto de 2011

Postales de Ergo Marconi

De Domingos Tristes

Esta mas que claro que los domingos suelen estar regados de ciertas tristezas, una vez alguien me dijo que estaba científicamente comprobado que, entre las 19 y las 22 hs de los domingos era cuando mas gente moría de fallas cardiacas, será por el peso de un nuevo lunes que se avecina, no lo se. Yo he repetido varias veces este comentario aun sin saber si es cierto o no, por lo que estimo que hay mucha gente que sabe de esto que estoy diciendo, pero lo que no sabe al igual que yo, es si es verdadero, si alguien alguna ves, mas precisamente algún científico estudio y plasmo estadísticamente el evento. Lo cierto es que al darle palabra ya tomo cierta veracidad que va a ser difícil de discutir, o al menos abra que buscar algún argumento para poder hacerlo.
Pero lo que si es cierto, para Ergo Marconi al menos, es que los domingos no son de los días más felices, si es que hay días felices claro. Ergo Marconi cree en la felicidad pero la asemeja a las estrellas fugaces, como destellos que suceden en distintos momentos, y no como una sucesión de tiempo en la cual uno se sienta feliz. Precisamente los domingos de Ergo Marconi carecen de todo tipo de destellos, huelen a humedad y recuerdos, se siente en el aire de su casa esa tristeza de domingo, de escenarios vacíos, de meceros baldeando el piso al final de una jornada.
Sus ojos son melancólicos, dulces y adoloridos. Ergo Marconi transcurre sus días sin grandes dolores, y sin grandes alegrías. Piensa, lee y disfruta de cosas sencillas. Busca incansablemente ganarle a las formas, muy pocas veces lo logra, pero no deja por ello de intentarlo. Para Ergo Marconi la vida pasa por desarmar lo armado, desarmarse, volverse a armar, lo intenta una y otra vez, se frustra, llora, y vuelve a empezar.

sábado, 6 de agosto de 2011

Postales de Ergo Marconi

Desesperanzas Matinales

Suena el reloj y por la cabeza de Ergo Marconi se proyecta la película del transcurrir del día, sabe todo lo que tiene que hacer, también sabe como hacerlo, el tiempo y la repetición se lo han enseñado. La cabeza le explota en imágenes superpuestas, luces y sonidos que lo ciegan y le perforan los oídos, miles de bocas le hablan, sin cuerpo, solo bocas desconocidas. Toda esa mezcla lo lleva al final del día y se ve nuevamente recostado donde lo esta ahora, pero con mayor cansancio que el que siente. En ese mismo momento ya empieza a sentir y sufrir el cansancio físico, la migraña puntillosa como un martillo que lentamente va ahuecando los sentidos, se inclina y apaga el despertador, nada a pasado aun pero ya sabe todo lo que esta por pasar, paso por paso, es como sentir a la muerte robándole cada instante y burlándose de el por no poder hacer nada al respecto.
Seguido a tremendo pesar en ayunas, nada puede ser peor para Ergo Marconi, que ir al encuentro de aquello que ya presintió al despertar, y finalmente transcurrirlo, desenrollarlo como un gato lo hace con un ovillo de lana, hasta ver las dos puntas libres, para sentir la sensación de que finalmente el día es suyo, lo hizo propio al caminarlo, de ese andar siempre logra espacios de luz, momentos de plenitud, y es por eso que no ha dejado de transitarlos, es por eso que cada mañana al son del despertador, decide una y otra ves, ponerse a andar, sabiendo todo aquello que sabe, y que no puede modificar.

domingo, 31 de julio de 2011

Postales de Ergo Marconi


A-formico

Adiestrados para no sentir culpa, la mayoría de las personas naturalizamos aquellos actos que no nos gustan,  y los hacemos propios, con ello nos engañamos y así sentimos menos penas por hacer aquello que no nos interesa hacer. Eso hace también el Sr. Ergo Marconi, ya que sino no podría vivir. Su cabeza esta fragmentada, tanto que le cuesta discernir entre lo bueno y lo malo, ya que muchas veces hace las cosas con buenas intenciones pero producen resultados malos, negativos, muchas veces desastrosos. Entonces Ergo Marconi duda, duda todo el tiempo, piensa y repiensa cada uno de sus pasos, se vuelve un cuerpo sin gracia, se desdibuja en sus propios intentos, y se traza una y otra  vez pero con líneas cada vez mas tenues, borrosas, llenas de dolor.
Las formas lo abrumas y lo asfixian, se siente contenido en una caja llena de vértices y aristas, no encuentra otras maneras de habitar más que esas que lo palidecen, solo con los sentidos logra desarmar y desarmarse, encuentra espacios amorfos de estadíos perfectos. Pero son fugaces, luego nuevamente los espacios, las sombras, las dudas.
Ergo Marconi es un ser aparentemente normal, basándonos en los preceptos de normalidad bajo los cuales nos regimos socialmente, trabaja desde muy joven, muchas veces mas de lo normal, tiene sus actividades sociales organizadas, amigos, pareja y todo lo que ello hace de la vida de un sujeto. Mas nunca a dejado de sospechar de las formas, ello no lo hacen distinto hasta la anormalidad, sino que lo ubica en otro ángulo, el lo sabe, pero ya no le preocupa, mas bien lo disfruta.
Estando el, sentado en algún lugar de su casa, a veces empieza a sentir los encuadres que lo oprimen, que pintan sombras en las paredes, sabe que es imposible deshacerse de ellas pero no logra incorporarlas a sus espacios, a sus maneras de estar.
Así transcurren algunos días de Ergo Marconi, buscando deformarse, no para parecer distinto logrando una forma nueva y diferenciada, sino para desprenderse de todo tipo de ellas.

sábado, 9 de julio de 2011

Naufragios Caoticos

Al igual que la Filosofía y la espiritualidad, la vida y la muerte están necesariamente vinculadas, todo lo que existe esta inevitablemente condenado a dejar de existir. Todo ello regido por las fuerzas polares que gobiernan al mundo y que hacen de el una transformación constante, una mutación permanente, alejándolo de una idea estática de existencia.
Zambulléndonos nuevamente en un estado caótico,  podríamos hacernos la pregunta de porque el hombre no acepta esta actividad cósmica como gobierno de la vida? Entiendo que es porque se siente desprotegido, sin un piso firme en el cual dar sus pasos. Si bien esto ya fue dicho, la intención es ahora ahondar en el concepto y me surge la inquietud, ligada a la expresión de espiritualidad, haciéndome  sospechar que el hombre teme en ultima instancia, descubrir al hombre, encontrarse a si mismo, al propio ser. Inconscientemente estamos acostumbrados a rechazar todo aquello que nos liga a la abundancia que nos rodea y caemos en construcciones y parámetros de escasez, basando nuestros deseos en las figuras fundantes que nos culturizan, escapándosenos la atención de lo que verdaderamente nos sucede, el deseo interno, que es lo que de alguna manera nos hace vibrar,  nos hace picar el cuerpo.
Estos procesos de estandarización nos conducen a una limitación  en nuestra tarea de ser creativos, arrastrándonos así a una simulación circular de lo ya conocido. Implícitamente nos imponemos ciertas presiones que actúan sobre nuestra constitución subjetiva, muchas veces de una manera negativa ya que, bajo presión no es posible realizar ninguna función que tenga que ver con lo creativo, se ahoga el deseo sanguíneo, se termina en la misma mesa, con el mismo mantel, una y otra vez.
El escritor contemporáneo Hugo Mujica nos dice “Nuestro sistema se hunde en las carencias de generar sentido”, realmente es un atrevimiento de mi parte seguir escribiendo luego de tamaña reflección pero correré el riesgo, y me surge otra pregunta, será que nosotros como sujetos estamos quedando carente de sentidos?
Aquí retomamos el concepto de creatividad como piedra fundamental del desarrollo subjetivo, donde cada uno forja su propio destino en función al sentido que le da a su vida, ya que la vida por si misma no tiene sentido, no funciona como productora de sentidos sino de vida, y nosotros como sujetos debemos encontrarle el sentido a nuestra propia vida, pintar un arco iris con nuestros propios colores.
Lao Tsè hace a mi criterio una descripción en palabras, muy interesante sobre los sentidos a través de la explicación de su obra “El Tao”, de más esta decir que hago alusión a ello a titulo explicativo sin intención alguna de introducirme en un plano religioso. Muchos toman la traducción del Tao con el significado “camino”, a lo que el responde que según su interpretación, la traducción correcta  seria “sentido”, alejándolo así de todo tipo de existencia, intentando depositar aquello en el interior de cada uno de los sujetos.
Dando lugar a estos “no espacios”, logramos otros espacios, que tienen más que ver con nosotros y están constituidos por nuestra diversidad para expresarnos y contenernos en estas instancias caóticas,  nos permiten fusionarnos en un abrazo con la propia esencia.

miércoles, 29 de junio de 2011

Encuentro Nocturno

Aquella mañana estaba haciendo frío, desde el interior de la cocina mire hacia el patio con la tasa de te recién preparado en mis manos, estaba clareando y desde los techos de chapa caían innumerables gotas de rocío, supuse que habría helado aquella noche. Eran las siete menos cuarto, y como todos los primeros sábados de cada mes, me preparaba para ir al cementerio a saludar a mi madre, le llevo algunas flores y conversamos un rato. Ya hace 4 años que mama falleció y esta costumbre se me a hecho carne, a veces pienso, generalmente en verano, y me digo –el próximo invierno voy a ir sobre el mediodía- ya que no veo para que exponerme al frío, si ella no creo que me diga nada, solo con mi presencia le debe bastar.
El colectivo pasa a las siete en punto,  a veces se atrasa pero son las menos, subimos siempre los mismos, mi vecina la del almacén, a la que le falleció el marido hace ya dos años en un accidente de autos, el era taxista. También don Pedro, con el que generalmente nos sentamos juntos y charlamos sobre deporte, el no va al cementerio sino a trabajar, se baja bastante antes, en la calle Zelarrayan justo antes de llegar a 19 de Mayo, es portero de un edificio que esta justo en esa esquina.
Hoy llego a horario, vamos en la 518 A, siempre el mismo chofer, no se el nombre pero nos saludamos con cierta complicidad de aquellos que se conocen pero solo de verse. Hoy Pedro estaba callado, asíque no conversamos, y en ese silencio recordé que le prometí a los chicos que hoy saldría con ellos, ya me estaba arrepintiendo, y en mi interior me parecía escuchar lo voz de mama –Ya tenes edad para estar con alguna chica y formar familia, cuando vas a sentar cabeza- me sonreí para mi.
Edad, edad tengo para todo, si desde que mama falleció me encargo de todo en la casa, esto me sonó absurdo, quien se encargaría sino, si solo éramos nosotros dos, vuelvo a sonreír por dentro, toda aquella situación me animó y pensé que quizá sea buena idea la de salir hoy, por ahí me distraigo y conozco gente, mama tiene razón, o la tendría en el caso de seguir viva, ya tengo 27 años y podría intentar conocer a alguien.
Agarramos ya la última curva en la rotonda y el colectivo se hace camino por 14 de Julio hasta la puerta misma del camposanto, este ultimo tramo lo realiza generalmente a gran velocidad dado que la ruta a esa hora esta casi vacía y que los habitantes del colectivo ya somos pocos y los mismos de siempre. Un gesto con la mano basta como despedida al conductor, ya que a la vuelta nunca me toca de nuevo, me lleva otro, pelado y de mal genio, ni siquiera me saluda, y eso que ya nos conocemos hace cuatro años.

Saludo a Norma con un beso, ella ya me tiene preparado el ramo de lilium amarillo, con zinias azules, gladiolos blancos y hojas verdes. A veces nos tomamos un cafecito, si coincidimos con Jorge, un viejo y querido personaje de la zona, que anda con cuatro termos cargados y unos vasitos plásticos, haciendo de ello una especie de empleo, pero yo sospecho que lo utiliza como excusa para no quedarse en la solitaria pieza que le sirve como vivienda. Debe ser muy triste aquella pieza para preferir el frío de las catacumbas antes que una mañana tibia bajo algunas frazadas, y un café al despertar a media mañana, cuando ya todo es más calido.
Ya estoy con mama, le cuento algunas cosas y siento que me escucha. Pinte el patio y cambie las plantas de lugar, le digo. La parra me esta jorobando bastante y he pensado en sacarla, esto ultimo no se si decírselo por que a ella le gustaba esa parra, pero intuyo que me lee lo que pienso, por eso no le oculte lo de la noche, que saldría con los chicos, iríamos al boliche donde yo iba antes, cuando salía.

Me bañe, y me puse la misma ropa que la ultima vez que había salido, es que no me compre mas ropa desde entonces, solo algunas cosas pero para el trabajo. Nos juntábamos en casa asíque de a uno fueron cayendo, Tito y el Mono siempre los primeros, viven a la vuelta de casa, después llego Pablo y Néstor, todos con cerveza en bolsas, señal que lo compraron en lo de la gorda, la del almacén que se le había muerto el marido taxista. Luego de la previa, marchamos en mi vehiculo hacia el boliche, eran como las dos de la mañana, yo tenia mas ganas de quedarme que de salir, hacia un frío que rajaba la tierra, el aire húmedo te cortaba la cara y tuvimos que esperar que se descongelara la luneta del auto, que tenia una capa de escarcha de varios milímetros.
Llegamos y ya estaba lleno el lugar, mucha gente, mucho ruido, mucho humo, -esto no es para mi- le dije a Pablo quien se sonrío y me dijo – déjate de joder, hace mil años que no salís, esto te va a hacer bien-.

Para las cuatro de la mañana ya los había perdido a todos, yo estaba sentado en una barra y al lado mío se sentó una chica, yo no preste atención y seguí interesado en mi vaso y mirando a ver si veía a alguno de los chicos. Ella me habla, yo la miro y le contesto, no me acuerdo que fue lo que me dijo, solo vi sus labios moviéndose y esos ojos verdes que me traspasaban. Seguidamente me dijo que se llamaba Mercedes y que hacia mucho tiempo que no salía, charlamos bastante y la pasamos muy bien. Parecía que cada cosa que yo decía, ella ya la sabia, como si me conociera de antes, o como si tuviera una extraña capacidad de adivinarme los pensamientos, charlamos mucho y coincidimos en muchas cosas, tanto que nos causaba gracia. De repente se prendieron las luces del lugar, ya eran las seis de la mañana y había que irse, en aquella situación no supe que decir, hacia tanto que no salía que había perdido el manejo de aquellas situaciones, aparte ella era tan distinta, tan bella, no quería que tomara a mal alguna invitación.
Finalmente me ofrecí a llevarla, subimos al auto y me fue guiando mientras seguíamos la charla y nos contábamos cosas de cada uno. Llegamos a la rotonda por donde había estado aquella mañana, dos cuadras mas adelante me hizo frenar, nos despedimos y se fue caminando, muy suavemente por aquella calle de tierra.

Pasado un mes volví al cementerio, pero esta vez decidí ir en el auto y romper con aquella rutina que tenia hace ya cuatro años. El coche lo compre hace seis meses y desde entonces me pareció que no debía cambiar las cosas y que los sábados de cementerio, seguirían siendo en colectivo, pero ya no. Aparte aproveche a dar una vueltas antes de entrar, para ver si me cruzaba a Mercedes, no la había vuelto a ver, y por aquella falta de ritmo que tenia, no le pedí ni siquiera el teléfono, calculo que ella lo debe haber tomado a mal, habrá pensado que no quería volver a verla, y eso yo quería aclararlo.
Sin novedades y luego de rondar por media hora, decidí entrar, y acá reanude lo rutinario, el beso a Norma, el ramo, el cafecito con Jorge, que hoy andaba por ahí.
Charle con mama y le conté que la parra al final se había salvado, le corte algunas ramas y la deje, al fin y al cabo en el verano es noble y me regala su sombra. Tome otro cafecito y le cambie el agua a otras flores que habían dejado, no tengo idea quien puede haber sido, nunca hubo flores antes que yo llegara. Le dije que había charlado con una chica y que me había divertido mucho el ultimo sábado que la había venido a ver,  y de repente me di cuenta que eran vecinas, mi mama y mercedes eran vecinas, si ella se había bajado de mi auto a dos cuadras de allí. Una sensación muy intensa y desconcertante me arrebato los sentidos, no podía ser, ellas no podían conocerse, sin embargo sabia tanto de mi. Basta de pensar estupideces me dije. Me despedí de mama y le recordé cuanto la extrañaba, tome el camino de la derecha que da directamente a la salida, siempre tomo el inverso para saludar a Norma pero ese día no tenia que ir a la parada del Bondi sino al auto, que quedo estacionado en el otro ala, sin pensar mire la primer lapida que seguía a la de mi madre y mis pies se detuvieron, mi corazón dejo de latir y mi estomago se endureció, leí varias veces y no podía creer lo que estaba viendo. Era ella, su nombre podía ser el de cualquier otra, con el mismo nombre hay miles de personas, pero su foto, su foto era inconfundible, si hasta estaba vestida con la misma ropa.

domingo, 26 de junio de 2011

El curioso caso de Justo Pagliaro

Casi todas las mañanas, mas aun las invernales, a Justo le gusta levantarse temprano y realizar toda una ceremonia previa a eso que rodea el arte de tomar mate. Lo primero es abrigarse bien y salir a cortar un poco de leña para iniciar el fuego, claro que la deja bien tapada por las noches para que las heladas no la humedezcan. Se calza un gabán viejo heredado de su abuelo paterno y unos guantes de cuero artesanales, una bufanda marrón claro, que conserva de su niñez y sale al encuentro del rocío lastimoso. Una vez adentro del rancho y con la pila de leños, arma su fogata en el horno de barro que construyo hace ya varios años, 21 años para ser mas exactos, precisamente cuando decidió que esta seria su morada hasta que la tierra le pidiera devolver la osamenta.
Su tarea diaria es pesada y extensa, trabaja la hacienda y además tiene algunos cultivos  pero esto último lo realiza como un pasatiempo, produciendo su propia comida, también les vende a algunos vecinos  o la intercambian entre ellos por algún otro producto de necesidad, emulando una especie de trueque medieval. A menudo le envía a sus familiares del pueblo también,  ya que el  hace mucho tiempo que dejo de ir, ya ni a votar se presenta, se siente ajeno a todo tipo de eventos sociales.

A mediados del año 91, Justo inicio su último cuatrimestre de la carrera de abogacía en la universidad de La Plata, le quedaban 3 materias para cursar y un par de finales, sin embargo en su interior nunca estuvo cómodo con su estilo de vida en los últimos años, que coincidieron con su estadía en dicha ciudad, alejado de su pueblo, a unos setecientos Km. de distancia.
No se habituaba a los espacios, a las formas, diálogos, conductas sociales. Convivió allí, con otras maneras ajenas a su costumbre, que rozaban lo inmoral, lo vulgar, y lo hacían de una manera tan perceptible que se olía en el aire, como una atmosfera flagelada por lo incierto y  fragmentario, dotando todo acto de cierta fluidez y liviandad que asombraba, o al menos a el le asombraba.
Sabía que era su último año y debía enfrentarse a una decisión importante,  la de que hacer de su vida una vez recibido. Trabajar en esa ciudad, emigrar en búsqueda de otras posibilidades, en fin, ejercer la profesión de alguna u otro manera, y es por eso que empezó a confeccionar una especie de compilación  en un pequeño cuaderno, de tapa naranja, donde describía  todas aquellas herramientas que había obtenido durante su preparación para ejercer su profesión de una manera digna y honrada, tal como le habían enseñado su padre y su abuelo que se hacían las cosas, en todos los aspectos de la vida.
Por aquella época Justo tenia 26 años, un buen promedio y un futuro excelente como asesor letrado, pero en aquel cuaderno naranja, después de cuatro meses de anotaciones y apuntes, no había nada que lo sedujera, todo lo que coloco en el, le parecía extraño, de otra persona, desconocida. Se dio cuenta que nada de lo que aprendió fue lo que quería aprender, que nada de lo que vivió era lo que quería seguir viviendo, se enojo mucho con el mismo, lloro, tanto lloro que se quedo dormido. Al despertar se sintió raro, de otra manera, no supo armar mentalmente un concepto de que le podía estar pasando, pero sabía que algo había cambiado. Se dedico a pensar y entendió que esa no era la vida que el quería, no quería entremezclarse entre los problemas de los demás, defender a inocentes o culpables, como si el tuviera algún valor moral superior para decidir algo. Recordó una charla de joven con su abuelo, donde el viejo le recomendaba que hiciera lo que quisiera con su vida, pero que nunca mienta, eso lo iba a mantener sano, porque la mentira destruye a las personas desde adentro. Y tal como hizo ese día frente a su abuelo, se volvió a prometer que jamás diría ninguna palabra que no fuera verdad, y que se volvería a su pueblo, a vivir de lo que siempre quiso vivir, del campo.
Se sintió con una gran energía e intento darse aliento en vos alta pero no pudo, al intentar emitir sonido salio del fondo de su garganta una colorida y hábil mariposa, voló en espiral hasta el ventilador de techo y se poso sobre una de las paletas. Justo se quedo paralizado, no podía creer lo que estaba pasando – estoy loco?- quiso decir pero otra ves ocurrió, una nueva mariposa surgió de su boca para planear en semicírculos y quedar prendida a una cortina. Ya la desesperación era absoluta, entendió que no podía hablar, porque cada intento era el nacimiento de un nuevo cuerpo alado de colores. Se asusto, como explicaría esto? Quien le iba a creer tamaña estupidez, a no ser que repitiera la escena delante de cada uno al que quisiera explicarle, pero en ese caso se transformaría en una especie de fenómeno, acudiendo a programas de televisión, y terminaría trabajando en un circo!

Justo tiene hoy 47 años, vive solo en un rancho a unos 25 km de su pueblo. No hace más que trabajar el campo y se siente feliz, junto a sus mariposas que no paran de salir de su interior, como si hubiera allí, un nido interminable de larvas. Le fue imposible ejercer la profesión pero no se queja, al fin y al cabo ya había tomado la decisión que no trabajaría de eso. Podía pronunciar palabras, siempre que estas estuvieran vacías de cualquier tipo de falsedad,  sino ahí nomás aparecía una mariposa, por eso ya no hablaba mucho, casi nada, solo lo necesario para vender ganado, algún saludo con vecinos y no mucho más.
Aun hoy se pregunta en sus noches solitarias, con la cara manchada por el reflejo de la fogata, si aquello fue un castigo de alguien o de algo, pero no surgen respuestas, solo mariposas.

lunes, 6 de junio de 2011

Escritores invitados

FOTOS DE ENDÓ ENRENMI

Por LEANDRO TRILLO
Viedma, Junio de 2011

Endó Enrenmi era lo más parecido que hallé alguna vez a una frecuencia. Es decir, era persona, claro, y no obstante ello, era frecuencia. Explicarlo: difícil para mí pues el lenguaje que he aprendido llega hasta lo que es una sola cosa por vida y no dos. De modo tal que o me refiero a él como persona o como una frecuencia. Pero no podré ambas cosas a la vez. Preferiré referirme a él como persona.
Endó Enrenmi, como característica, no tenía ética. Parece imposible, pero no la tenía. Así que nada hay para preocuparse ni para juzgar en este sentido. Al carecer del sentido de la ética…
Por lo demás, Endó Enrenmi había sido muy distinto a cualquier otra persona, pero desde hacia unos meses ya no lo era. Estaba a la onda, lucía bien, muy bien, con ese brillo social en el cuerpo, en la risa; y se comunicaba con y en  frecuencia con la sociedad.
Gustaba de las posibilidades que pueden hallarse en una cocina, de la mujer de los coros, de descubrir artimañas capaces de manipular las tramas que suceden en los juegos de azar, del atún y los garbanzos y particularmente gustaba del ocio. Aunque habrá que decir que ninguna de estas predilecciones se sostenía a través del tiempo. Por ejemplo, tras degustar Endó Enrenmi dos o tres veces al atún y a los garbanzos, o a la mujer de los coros, todo adoptaba nuevas formas, como si se tratara de una mudanza. Abrupta. Las estanterías de pronto estaban delante de una pared desconocida y había que hacer un lugar de ese no lugar y principalmente había que volver a guardar y volver a construir confianza con los objetos desconocidos, pues no siempre los nuevos lugares se presentan como confiables para dejar en ellos, a la intemperie y al acecho de fantasmas extraños y chismosos, los recuerdos atesorados, las fotos del caos que hicieron lo que soy de mi, las copas de alguien a quien no conocí.
Una noche Endó Enrenmi fue a un bar. Esa misma noche descubrí que él era frecuencia. Lo sospeché a partir de que me pareció extraño que cuando hablaba, parecía una radio. Cuando se movía, lo iluminaba la imagen que queda en el televisor cuando te cortan el cable. Como si se borrara y se volviera a pintar. Como si se borrara y se volviera a pintar.
Un guitarrista marcó el acorde de do mayor y las piernas de Endó Enrenmi desaparecieron, como si la música las hubiera borrado de las tres dimensiones conocidas con una goma. La melodía de aquel guitarrero continuó con un inmediato re mayor que, al parecer, tuvo algo que ver con la desaparición de los rasgos de la cara de Endó Enrenmi. Y antes de desaparecer del todo del mundo conocido, el guitarrero marco un catastrófico mi menor.
No es improbable que la nueva y desconocida disposición adoptada por Endó Enrenmi lo haya llenado de poesía. Aunque dicen que eso en algún momento o en otro, a todos nos pasa. La última vez que ví a Endó Enrenmi en frecuencia persona me recomendó que esté despierto, atento. Lo más que pudiera. Desde aquel entonces no duermo y a mi ajada salud la asalta una aguerrida y tétrica obsesión con cada uno de los acordes marcados por cada uno de los guitarreros a los que, ya desesperadamente, persigo y percibo.

domingo, 5 de junio de 2011

CAOS

Ciertamente es un tema interesante en el cual a mi criterio hay que detenerse al menos para re-pensarlo, todos sabemos en cierto modo lo que significa la palabra Caos aunque algunas culturas tengan miradas disímiles sobre el concepto, tanto que la adopten como medio de vida o como procedimiento cotidiano de su accionar.
El adentrarse en el caos es tomado como algo ajeno al hombre, es enredarse en un entramado juego donde no se siente cómodo, en una plataforma de incertezas por la que a nadie le gusta caminar, sin embargo una mirada mas profunda, se me ocurre, es la de pensar al Caos como centro y única existencia, de la cual surgen las ideas, pensamientos y estructuras en las que los sujetos se escudan y protegen de la inconsistencia de lo cotidiano, es mas seguro nadar sobre el agua que hacerlo sobre la nada misma, y es por eso que se crean innumerables plataformas donde sustentarse, desde donde sentirse sujetados, aferrados a algo que tenga o parezca tener sentido. Es muy difícil proyectar una sociedad proponiendo como material constituyente, como elementos vitales de la construcción, la incertidumbre y la relatividad, no estamos acostumbrados, la rechazamos de manera absoluta
Armar estas estructuras basadas en lo corpóreo, como aquello palpable y visible, le da al hombre una cierta sensación de seguridad, de estabilidad que le permite desenvolverse de una mejor manera, conducirse a paso firme por las redes sociales que lo van gestando y construyendo como parte funcional de la maquina de construcción subjetiva, en la cual se va inventando y a si mismo incluyendo en el circuito social.
Lo que esto produce también, pero de una manera mucho menos visible, es la autolimitación de la propia constitución de la subjetividad, ya que nos estandarizamos con todo aquello ya existente, sin la necesidad de tener que explorar lo desconocido.
Cuando empezamos de cierta manera a tomar conciencia de ellos, cuando empezamos a plantearnos cuestiones y proponernos caminos diferentes entramos en una especie de pánico, ya que debemos movernos sobre lo desconocido, introducirnos en lo mas profundo de la oscuridad, en las fauces del propio Caos, y es allí donde todo hombre encuentra su inflexión, su crecimiento, en el encuentro con la esencia del Caos, la convivencia con aquello que se toma como algo tan lejano y ajeno a la constitución humana, y sin embargo esta tan enraizado en el interior de todo sujeto.
Saramago decía que “El caos es un orden por descifrar” y es aquella hermosa frase de la cual me nutro para producir esta mirada, en el encuentro y el posterior desenlace de cada uno de nosotros con el caos, es en donde se producen aquellos destellos de luz, aquellos pasos hacia delante, todos aquellos procesos que nos son familiares y conocidos no generan en nosotros la necesidad de un esfuerzo extra o superior, lo que nos hace crecer es todo aquello que nos haga “dudar”, este simple acto de no estar de acuerdo con ciertas construcciones es el que nos enfrenta con nuestra propia subjetividad, nos atraviesa y nos reconstruye a cada instante, nos parimos constantemente produciendo el cambio, aceptándolo como primera medida, y aceptándonos como partes del mismo.
La simple idea de ver nuestra esencia  formada a partir de algo sin forma, amorfo y desarmado puede provocarnos el deseo de huir, pero es una tarea de construcción de pensamientos, de aceptaciones y de enfrentamientos con nuestros placeres y deseos mas íntimos, es darnos lugar para escucharnos, conocernos y descubrir de cuanto somos capaces.
Hablar del Caos como principio fundamental de construcción de la vida y de los sentidos, no es algo liviano, sino todo lo contrario, nos despierta todo aquello que el Caos mismo genera, miedo, incertidumbre y duda, pero creo que ese es el primer paso a la degustación de los sabores mas plenos, a los aromas mas liberadores,  los primeros ladrillos de la construcción mas potente de subjetividad. Lograr ahondar en estos laberintos es intentar la creatividad, buscar nuevos y mejores modos de existencia donde la vida sea aquello que nosotros queremos que sea, es dejar de ocultarnos bajo las sombras de las construcciones instituidas e intentar otras miradas, otro orden social en el cual seamos parte y no meros engranajes de una obra ajena.

domingo, 29 de mayo de 2011

Destino

-          Claudia ya sufrió mucho con todo esto y nosotros ya estamos grandes, podríamos hacer el esfuerzo y regalarle algo que sea para toda la vida, no se, se me ocurre un viaje, no?
Estas fueron las palabras de Jorge, el padre de Claudia, que hablaba con Norma, su mujer y mama de Claudia, sobre su intención de hacer feliz a su hija con algo inolvidable, después de todo se lo merecía, tanto sufrió con esa maldita enfermedad. La familia había quedado casi en bancarrota para costear los gastos que produjeron las tres intervenciones quirúrgicas y todo el tratamiento posterior, tuvieron que vender la casa de toda la vida y ahora alquilaban un departamento modesto donde vivían todos juntos, incluyendo a Claudia que después de 6 años de larga lucha, estaba empezando a disfrutar nuevamente de la vida. La habían externado hacia ya dos meses y tuvo sus primeros contactos con el exterior hace apenas 3 días, cuando el medico le dijo que podía empezar a hacer caminatas de no mas de 15 minutos. Ese primer día salio con sus papas, caminaron por la cortada donde se ubicaba el edificio en el que vivían, y a tres cuadras de ese lugar esta una de las avenida principales de la ciudad, la cual tomaron para que ella pudiera ver movimiento, gente, para que comience a formar nuevamente la relación simbiótica con lo externo, lo social. De frente a ellos, una pareja venia con su perro que parecía desfilar, confiado en la seguridad que le otorgaba la correa al cuello, Claudia se agacho y lo toco, el perro pareció entender, fue un instante mágico para ella, sentir el pelaje de aquel animal, sentir contacto, sentirse viva, sus ojos se llenaron de lágrimas. Valla uno a saber que se le paso por la cabeza en aquel momento tan propio, tan suyo.
Tenia ya 27 años, pero el problema grave había empezado seis años antes, con una enfermedad extraña, que aun hoy los médicos no se ha atrevido a encerrarla en un nombre o darle algún titulo definido, era un tumor cerebral pero diferente, con vida propia, varias veces lo intentaron extirpar pero el luchaba para reaparecer y hacer de la vida de Claudia un calvario, muchos dolores, parálisis y ataques seguidos de vómitos con sangre eran algunos de los síntomas. En la ultima operación, hacia ya tres meses, se noto un cambio interesante, el tumor no había desaparecido pero dejo de generar los síntomas, era como si hubiese entrado en receso, decidió tomarse una siesta, donde la que pudo despertar fue Claudia. Ella se empezó a sentir mejor, hasta se sentaba en su cama para intentar hablar o dibujar algo que pudiera hacer que los demás la entiendan, esta mejoría creció a pasos agigantados, tanto que hoy ya puede caminar, y tocar perros, los profesionales no saben que fue lo que produjo tal mejoría pero en definitiva tampoco habían podido descifrar la causa de sus malestares por lo que desde el plano medico nada había cambiado, es decir que fue como si nunca hubiera pasado nada, por eso nadie se atrevía a decir que Claudia estaba curada, solo lo tomaban como una mejora importante, pero no descartaban que los síntomas pudieran regresar.
Luego de siete meses de evolución creciente, tanto que no se le notaba ni un solo rastro ni secuela de aquellos años de calvario, Jorge decidió vender el único bien que les había quedado, un automóvil, y le regalaron  a su hija aquello tan preciado que habían pensado meses antes, un viaje por Europa, algo que nunca iba a olvidar, algo que se había ganado con el dolor de su cuerpo. Al enterarse de aquello Claudia lloro de emoción, no lo podía creer, era la mujer mas feliz del mundo y sus padres sintieron como todo volvía a la normalidad después de todo aquello que hoy, les parecía una película, un peso insoportable que habían podido dejar a un lado y encaminar nuevamente sus vidas.
El avión salía de Aeroparque dos sábados mas tarde. Llegado aquel día Claudia telefoneo a sus padres desde una cabina del aeropuerto, despidiéndose y agradeciéndole una vez mas por aquel regalo, sus padres lloraban de emoción y le pedían que se cuide y que sea feliz. El vuelo era directo a Madrid y desde allí comenzaría el periplo que armo durante 10 días, combinando ciudades y países, lugares históricos y populares, cuatro horas mas tarde el avión sufrió un desperfecto y Claudia perdió la vida junto a otros 184 pasajeros que viajaban con ella, en las profundidades del océano Atlántico.

viernes, 20 de mayo de 2011

Despertares

La mañana se tornaba agradable, soleada y fresca, como casi todas las mañanas otoñales por estos lados del mundo. Ya levantado caminó hasta la cocina y cumplió al pie de la letra con los rituales que son tan suyos, encendió la hornalla, no cualquiera sino la del fondo a la izquierda, como todas las mañanas, y puso la pava arriba pero no toda, solo la mitad para que el agua se valla calentando lentamente mientras se ducha, no sin antes abrir la puerta que da al patio para que la perra haga sus necesidades, si no es que las soltó antes, durante la noche.
Hay cosas que no son fijas, por ejemplo el ritual de la radio, hay días que la escucha y días que no, no depende de nada en particular, solo ocurre, no importa si el día esta nublado o si llueve, solo ocurre.
Luego del agua caliente que lo reconforta, se dirige a su habitación y selecciona prolijamente la ropa que va a utilizar en aquel día, esto si parece tener premeditación ya que no agarra prendas al azar sino que elije cuidadosamente aquello con lo que se presentaría al mundo cada nueva mañana.
Luego le siguen a la rutina matinal los mates amargos, tal como los aprendió a tomar con su abuelo primero y con su padre después, con este ultimo no tanto ya que no tuvieron una buena relación, nada fuera de lo común entre un padre y un hijo, mas por aquellos años en donde los padres tenían una especie de trabajo alternativo en los hogares, que era pasar a ser aquel que venia a regañar a los menores por todo lo que estos hicieron durante el día, con una delatora cómplice disfrazada bajo el manto tierno de madre.
El tenia un trabajo normal, como cualquier otro salvo con algunas particularidades que, si las pienso bien no se si las particularidades son del trabajo o son propias de el, como tantas otras. Era chofer de una ambulancia de servicios de emergencia, ese era su trabajo y el estaba bastante a gusto con el empleo, solía contar que en cierta manera ellos eran amigos íntimos de la muerte, ya que siempre andaban tras ella, tratando de ganarle cada batalla, intentando robarle cada suspiro de vida que podían. Tenia algunas anécdotas interesantes que le gustaba contar en las reuniones de amigos, que eran bastante escalofriantes por cierto aunque nunca sabremos si son ciertas o no, aunque técnicamente podría asegurarse su veracidad debido a la infinidad de veces que las relato generando así que todo aquel que lo escuchaba se las terminara creyendo.
Entraba a los ocho de la mañana pero a el le gustaba salir con tiempo, por cualquier eventualidad que pudiera ocurrir, -uno nunca sabe lo que puede pasar- decía y con razón teniendo en cuenta las cosas que le pueden ocurrir a uno simplemente por caminar en una calle, y así transcurrían sus días, entre mañanas calcadas y días agobiantes de trabajo comunitario y sacrificado. Las noches eran su remanso, donde conectaba sus sutilezas al mundo de la música y la lectura, se dejaba llevar por sus deseos y lograba entender que algo de bueno tenia el estar vivo, no todo era tan malo, siempre que no apareciera aquella compañera lúgubre que tantas noches le hizo sufrir, aquella mujer incompleta, de osamenta hiriente y mirada apagada, el suponía o mas bien fantaseaba con que ese personaje era mujer, quizás para llenar aquel espacio vacío en su cuarto, cada noche, cada mañana, cada día de su vida. Tampoco había logrado descifrar hasta aquella noche, luego de una mañana como tantas otras y un día intenso de trabajo, quien era o que representaba aquella figura, que le venia a decir a el, justamente a el que no se metía con nadie. Arto de sentirse perseguido por aquella extraña sensación, se tomo la pastilla que tenia al lado del velador para poder dormir, y se dejo llevar a lo mas profundo de sus sueños.
La mañana siguiente le pareció levemente distinta, el reloj sonó a la misma hora de siempre, pero a su derecha alguien ocupaba aquel espacio que había permanecido tantos años vacío y frío, la miro asombrado, si era ella, Marcela, no había dudas, era su mujer que había fallecido 12 años antes. Esa mañana no quiso trabajar, ni tomar mates, ni se acordó de la perra y sus necesidades, solo se dio vuelta y abraso muy fuerte a su amada, pensó que seria muy lindo dormir hasta el medio día,  luego despertar juntos y charlar, hacer el amor, ser felices.


miércoles, 4 de mayo de 2011

De Soledades ocultas..

Tenia la sensación de estar abrigado por ropajes viejos, que se le adherían al cuerpo de una manera desagradable, eso le producía  seguir aferrado a sus creencias, aquellas que pasaron a ser suyas mas por imposición que por decisión propia, toda aquella construcción ideológica parecía solidificarse en la figura de una dama que limpiaba sus heridas con un algodón empapado en vinagre, provocándole dolor, angustia y soledad.
Ya eran pasadas las 8 de la tarde y aquel día había transcurrido entre recuerdos involuntarios y un frío recelo por el presente, aquel presente que lo ponía en jaque de manera continua,  a cada paso. Abrió levemente la ventana para reorganizar la habitación que se había tornado espesa y somnolienta, le embotaba la cabeza y ya no podía pensar, entro un aire helado, de invierno húmedo, que cala los huesos, corta, desespera.
Se sentía triste, pero aquella tristeza no lo ponía mal, era una tristeza dulce, melancólica, de Bacha sucia y llena después de un domingo en familia, de mano caliente recordando abrazar un mate, era algo nuevo que le estaba pasando y que el no podía explicar, aquella sensación se sentía  casi familiar.
Cerro la ventana y fue hasta el mueble que apoyaba su espalda contra la pared izquierda, pegada a la puerta de entrada, saco un disco de Blues, un compilado de grandes éxitos que ya estaba a punto de borrarse de tanto que había girado en aquella consola, su trabajo era por lejos el mas duro de todos los discos allí presentes. Lo puso a andar mientras su cabeza seguía trabajando, confabulando pensamientos contradictorios, había leído un libro donde proponían que cada persona debía encontrarse a si mismo, bucear en su interior para encontrar lo verdadero de la vida, eso estaba intentando hacer, pero ya ves, acá estoy sintiéndome de maravillas, pensó. También pensaba en las construcciones sociales, el tenia 32 años y no había formado su propia familia aun, no quería hacerlo, pero eso lo estaba alejando de sus amigos, todos ellos casados y con compromisos que les impedían hacer lo que antes, ahí empezó a ver que la amistad estaba apoyada mas no sobre las personas sino sobre aquello que las personas compartían entre si, amaban conjuntamente, ya sea la música, el deporte o lo que fuere, porque todos aquellos amigos que supuestamente lo eran sin un motivo común de deseo, indefectiblemente se alejaban al contraer otros vínculos o al encontrar otras personas con las que si compartían espacios de interés, cualquiera fueran estos.
Todos estos pensamientos le seguían creciendo en su cabeza como un jardín en primavera regado por agua de duendes imaginarios que lo conducían cada vez mas profundo, mar adentro. Mientras se servia otra copa de vino tinto, para aquella ocasión eligió un bivarietal, mezcla fuerte de Cabernet aplacada levemente por los taninos mas suaves de un Malbec, también analizo su relación con el sexo opuesto, el no creía en el amor, al menos en el amor eterno -las cosas tienen fecha de vencimiento- decía siempre y seguido a ello la chica de turno empezaba a correr despavorida como si sintiera una descarga eléctrica que le volaba los sentidos, esto le generó algún recuerdo que lo hizo sonreír, es que no puedo empezar una relación sin ser sincero al menos conmigo mismo, se decía para sus adentros, pero esto también lo estaba alejando de los grupos que solía frecuentar, de las salidas nocturnas y de varios ámbitos mas que no vienen al caso.
Hacia unos días atrás en una cena con amigos, surgieron muchos temas como estos en los cuales el había expuesto una charla magistral de rebeldía contra las estructuras, a favor de la libertad y tantas otras cosa que suenan de mil maravillas, hasta que otro de los presentes le explicaba que todo eso seria muy digno y valedero si el también pudiera levantar aquella bandera que proponía, ya que al igual que todos allí, al otro día debería levantarse temprano para ir a su trabajo de saco y corbata y bancarse lo que el jefe le diga, limitar sus actividades de óseo a aquellos tiempos libres que la tarea laboral le dejara, cumplir con los compromisos familiares y  algunos otros ejemplos mas que, hicieron sentir a nuestro amigo un Prostituto del Capitalismo, vendiendo su productividad o mas bien intercambiándola por valor corriente con el cual se permite tener un pasar mas que digno, y con ello dejando sus ideales y principios en un cajón de la mesita de luz todas las mañanas antes de salir a la vida, quizá por ello, por aquella cena, hoy fue un día tan raro, tan seco y movilizador.
El disco ya había parado y la copa vuelto a vaciar, sintió deseos de renovar la música y derramar un poco mas de aquel suave néctar en la copa, quizás lo hubiera hecho de tener alguna compañía, pero no lo hizo, el silencio lo envolvía todo, hasta su propio ser,  ya es tarde se dijo apagando las luces y caminando con cierto desgano con sabor a derrota en sus labios, mañana había que trabajar, como todos los días, de saco y corbata.  

viernes, 22 de abril de 2011

Telarañas

Ocurrieron varias cosas ese día, así que decidí ir a visitar a Daniel, los encuentros con el son siempre muy particulares, el es un ser particular. Hacia mucho que no lo visitaba en su casa, últimamente nuestros encuentros ocurrían entre semana, en su lugar de trabajo o acordábamos para vernos en mi casa, pero ese día tuve ganas de volver a aquel lugar, que como no podía ser de otra manera esta regado de la misma particularidad que su morador, mucho desorden, libros y cuadros por donde quieras mirar, muy poca tecnología (solo una radio vieja) y un espíritu campestre que reina en el aire, gauchesco, solitario.
Ni bien nos saludamos fuimos a recorrer la parte de atrás del rancho (así la llama el a su casa) para ver los animales, algunos gallos nuevos que me presenta emocionado y me explica la procedencia genealógica de los mismos, detalle no menos para un gallero ya que la sangre de aquellos animales de combate es una garantía del coraje o la cobardía de los gladiadores emplumados. También recorrimos la parte de la siembra donde me señalo unos zapallos de tronco ya bastante crecidos y unas frutillas que estaban costando prender pero que el no perdía las esperanzas.
Después de la recorrida nos fuimos al interior de la casa a tomar unos mates, iniciamos la rutina de preguntas de rigor, trabajo, familia (esta ultima bastante corta ya que coincidimos en gran parte de los familiares) y algunas cosas mas, después y como siempre, la charla tomo matices mas interesantes, Daniel me lee algunas cosas que escribió últimamente las cuales me gustaron mucho, se lo hice saber y el me comenta que últimamente  piensa que “el escribir” se volvió la tarea mas importante de su vida, siente en ella la mejor forma de identificarse, lo apasiona y es con lo que pinta de sentido la vida. El es un excelente pintor, pero a diferencia de los cuadros, dice, la escritura va mostrando los cambios permanentes de animo en el, un cuadro solo muestra un momento determinado, que queda inmortalizado en la tela, y el cual el no sabe bien si podrá volverlo a interpretar como al inicio, ya que su estado ya no va a ser el mismo nunca mas, por eso me lee lo que escribe, porque dice que para el eso es mas importante aun que charlar con el, por que en aquellas palabras el deja la mayor expresión de lo que es, de su sentir, porque lo hace con el corazón, en ellas encuentra la libertad de expresar lo que su cuerpo es incapaz de hacer. Varias veces hablamos de ser flexibles como una rama, que se deja manipular por los vientos, entiéndase que la contra cara es ser un tronco rígido y fuerte, características que lo pueden llevar a quebrarse y ceder por su incapacidad a adaptarse a las circunstancias, siempre me gusto ese ejemplo, quizás porque de cierta manera me veo también reflejado.
Estábamos en esos andares cuando llegan unos amigos de el,  la situación fue muy rara ya que sentí que los atendió con desgano, haciendo todo lo posible para que se fueran rápido, como queriendo cuidar y preservar aquel espacio que se había logrado, esa vibración en el ambiente que un ajeno, o aquellos ajenos, no podrían compartir.  Luego de un tiempo corto se retiraron y volvimos  a los mates, la charla se aterrizo un poco, por eso y debido a la confianza que hay entre nosotros le digo mirando hacia un rincón a lo alto del techo – Podrías limpiar esas telarañas de allá, se te va a caer una araña en la cabeza cuando estés durmiendo-  El sonrío y me pregunto si me acordaba de alguien, era una mujer que el quiso mucho hace un tiempo atrás, le respondí que si y entonces me explica que esas arañas están ahí desde que esa mujer compartía aquella casa con el, y por eso no podía sacarlas, porque al mirarlas la recordaba a ella y todo lo que habían vivido juntos en ese espacio, era lo único terrenal que lo conectaba con aquellos recuerdos. Note sus ojos húmedos por el relato, a mi se me anudo la garganta y mi corazón lloro en silencio (como un tronco) y pensé – Ojala yo también pueda sentir el amor de esa manera-
Después de unos  mates más me retire, no sin antes repasar con una mirada cómplice  aquel rincón, quizás el más importante de la casa para aquel hombre, quizás el único rincón.