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lunes, 31 de octubre de 2011

Uno en cada pueblo

Claro esta que en cada pueblo hay un personaje y mil historias que lo acompañan, son aquellos sujetos poco favorecidos por la vida, dueños de alguna dificultad que no le permite desempeñarse dentro de los parámetros que todos conocemos y naturalizamos como normales, pero se las ingenian siempre para hacerse querer y de alguna u otra manera logran destacarse y alcanzar popularidad en el lugar. En las ciudades también existen estos personajes, y suelen estar desparramados por distintos barrios corriendo la misma suerte que los de los pueblos. Como era de esperar en mi barrio estaba “Pajarito” que andaba montado en un palo de escoba con una soga en la punta que hacia las veces de manubrio, algunas veces de bicicleta y otras de moto, esto lo decidía el de acuerdo a las urgencias que le iban surgiendo, nosotros solo nos enterábamos por el andar silencioso emulando una bicicleta o el acelerar desenfrenado de su moto bailarina.
Cuando chico nunca le preste mucha atención inclusive muchas veces nos reíamos de Pajarito y sus payasadas, a veces lo dejábamos jugar al futbol y era muy divertido, parecía un nene que corría alocado para agarrar la pelota como sea, para el no había rivales ni compañeros, solo quería la pelota, la agarraba y en ves patearla la tomaba con las manos y corría desencajado saliéndose de los limites de la cancha. Una ves tuvimos que ir hasta la “casa” a buscar la pelota porque se la había llevado.
Con el tiempo mis ocupaciones fueron otras y ya mis días no transcurrían en el juego y la diversión sino entre el trabajo y la familia, estaba bastante atareado y ya había dejado de hacer muchas cosas que me gustaban cuando chico, como jugar al futbol y pasar tiempo en la esquina con los muchachos. Lo que no había cambiado era Pajarito, el si estaba siempre en la esquina, esperando, nada en particular, solo esperando. Hablaba con todo el mundo porque todos lo querían, lo saludaban y le regalaban cosas. Dormía en una casucha de gas de un vecino, que lo dejaba estar siempre ahí, tenia una mochilita con algunas pilchas y unas revistas de El Grafico que le habían regalado, siempre leía lo mismo, pero ahora que lo pienso bien debería mirar las fotos porque no creo que halla sabido leer.
Yo llegaba todas las tardes del trabajo y el me estaba esperando en la reja de casa, nos saludábamos y el se quedaba parado esperando que yo volviera a salir, siempre le daba algo de comer y el me decía “gracias señor”; a mi me causaba mucha gracia escucharlo decirme señor, era pajarito, el me conocía a mi dende pendejo, ahora debía tener como cincuenta y largos. Esa escena repetida me hacia pensar el una mascota y su amo, todos los días a la misma hora, el mismo ritual, la comida como nexo. Me empecé a preguntar que pasaría si yo no le diera algo de comer, si al otro día vendría igual a esperarme en la reja. Me propuse un día no le darle nada, pero no pude, entre y lo mire por la ventana, se quedo parado ahí por mas de media hora, esperando, no pude.  Decidí cambiar la estrategia y lo que hice fue hablarle antes de entrar, de cualquier cosa, preguntarle algo a ver que me decía. Fue así que un jueves bajo del auto y ahí estaba pajarito, lo saludo y el me devuelve el saludo, me paro y le pregunto como había pasado el día, el contesta.
-Hoy fue un día hermoso Sr., comí unas frutillas con Javier y después a la tarde Omar me convido unos mates. Barrí dos veredas y me dieron cuatro pesos, no puedo pedir mas por un día no le parece?
-Quien es Javier? Pregunto
-Javier es el hijo mas chico de Luis, su vecino de enfrente. Lo tendría que ver jugar al futbol, no sabe como la mueve. Su hijo, Lautaro también juega muy bien Sr., lo se porque juegan en la misma categoría y yo he visto algunos partidos.
- Y Omar? Quien es Omar?
-Omar es el mecánico de la esquina, que raro que no sepa el nombre, usted ya le llevo más de una ves el auto. Me acuerdo de esa mañana que no le arrancaba, fue en enero no?
-Si en enero. Le contesto algo confundido y empezando a caminar hacia adentro.
Voy a la Heladera y armo uno de Milanesa con un poco de queso y mostaza. Nunca supe si lo que yo le daba a el le gustaba, el nunca me dijo nada, ahí me di cuenta que yo nunca le había preguntado nada.
Salgo a la vereda pero pajarito ya no estaba, quede desconcertado. Se abra molestado porque cambie la rutina? Entre y me puse a reflexionar sobre lo sucedido, cuantos años estuve errado sobre pajarito, el loco se sabe todo sobre la gente del barrio, y sabe porque pregunta, charla con todos, se involucra con sus vidas. Y yo? Que pelotudo por favor, yo me creía alguien importante en el barrio porque trabajo en un Banco, llego con mi maletín y mi corbata, que pelotudo por favor!
Pajarito ya no esta entre nosotros, pero  través de su vivir cotidiano nos ha demostrado a mas de uno cual es el verdadero trabajo social. El no creía en dioses sino en la gente, el no le interesaba la comida sino el vinculo, el no buscaba plata sino Sentidos.
Nunca vas a trabajar pajarito? Me acuerdo que le  preguntaron una ves, y el loco respondió – Yo cuido el barrio pibe, no me da el tiempo para trabajar en otra cosa, es mas si yo tuviera trabajo, quien cuida tu casa a la noche? Quien le lava el auto a tu viejo? Y el pasto de la vereda, lo vas a cortas vos? No puedo trabajar, no me da el tiempo.

sábado, 22 de octubre de 2011

Crónicas Urbanas

Yo logre lo que nadie pudo!!!


Yo lo conocí ya de viejo, en su ultima etapa, quizá las mas feliz para el, esto es una suposición mía que se me ocurre dadas las circunstancias contextuales de aquel momento, con 87 años y casi toda una vida resuelta, solo le quedaba disfrutar de los nietos, almorzar los domingos con la familia completa y pasear todas las mañanas por su querido barrio San Martín con el perro, que la verdad no me acuerdo como se llamaba, era un manto negro, gauchito, pero yo le tenia un poco de miedo.

Pichi le decían, todo un personaje el viejo. Era de esos viejos que inspiran ternura, no se explicarlo exactamente con palabras, pero el que estuvo alguna vez a su lado no necesita que se lo explique, lo sabe, seguro que lo sabe. Tenia esa mezcla de nostalgia y felicidad que a uno lo desconcertaba, a veces te parecía que estaba cabizbajo y te salía con una joda, era terrible ese viejo.

En los almuerzos, he compartido algunos con el y otras gentes, después de haber comido, le gustaba pasear por la mesa y ver en que andaba cada uno de los presentes, al pasar te tocaba la espalda de una manera que decía, te invitaba a su mundo.

Entre tantas anécdotas que me ha contado una ha de destacarse por su carácter de irrepetible, y de eso se jactaba don Pichi cada vez que la exponía, digo cada vez porque recuerdo haberla escuchado en mas de una oportunidad, como le gusta hacer a los viejos, contar muchas veces lo mismo.

Se ponía en situación y arrancaba el relato, era domingo por la tarde y en Gral. Daniel Cerri se disputaba la final de futbol de la liga del sur entre Sansinena, equipo que lo alistaba en sus filas, y Bella Vista. Hacia referencia a un par de cosas que pasaron aquella tarde pero lo mas importante, el nudo de todo aquello se producía en el momento mismo en el que el arbitro pitaba un penal a favor del conjunto local, ahí empezaba el espectáculo con movimientos de manos y gesticulaciones, los ojos, tendrían que haber podido verle los ojos para entender como disfrutaba ese hombre al contar aquello que le había pasado.

En su larga carrera como futbolista jamás había errado ningún penal, creo que tiraba el número de penales convertidos y todo a modo de complementación estadística del momento, no lo recuerdo bien. Faltaba poco para el final y estaban empatados asíque un penal pateado por el Pichi era una victoria asegurada. Con la pelota en su brazo izquierdo se dirigía al punto penal, seguro de si mismo, la historia lo avalaba, sus hinchas sabían de lo que era capaz aquel derechazo que salía cual cañonazo endemoniado a quemar cualquier red que le pusieran en frente.

Acomodo la bocha, retrocedió unos cuatro o cinco pasos y arranco la carrera hacia la gloria, el estadio enmudeció, quedo como suspendido en un instante eterno donde no existe ni una vibración, las caras quedaron perpetradas como queriendo simular cuadros para la posteridad. Solo se escucho un silbido desgarrador, producto de la velocidad de la pelota dirigiéndose en camino recto al encuentro con la red. Seguido de ello un grito que enmudeció mas aun a todos aquellos que estaban presentes. “La ataje!” “La atajeee” grito el arquero, que se saco la boina y corrió enloquecido como queriendo festejar.

Yo fui el único que hice hablar al mudo Carranza decía el Pichi, mientras sus ojos acompañaban la expresión creciendo de tamaño. Todos nos reíamos mucho, yo me reía cada vez que lo escuchaba contarla. Lo que nunca le pregunte fue como termino el partido y si ese tal Carranza volvio a emitir sonido despues de aquella tarde. No creo que alguien se acuerde, lo que si estoy seguro es que nadie se debe olvidar del día en que el Pichi hizo hablar al mudo Carranza.

Crónicas Urbanas

Es mi intención dejar plasmado en este espacio de palabras, las crónicas que son mías, mías porque las viví o me las contaron, de igual manera forman parte de mi menoría. En ellas aparecerán personajes reales y no tanto, lugares ciertos y no tanto, e historia verdaderas y no tanto. Todas tienen en común el sello de lo Urbano, entiéndase por ello algo perteneciente o relativo a las gentes, a los aglomeramientos en general, de cualquier dimensión. La expresión “míos” no es un capricho lingüístico ni un derecho de posesión, lo expongo así porque son vivencias personales y seguramente algún otro presente en cualquiera de ellas, tendría otras cosas para contar, que tienen que ver mas con el y con su forma de ver las cosas. Muchas de ellas me las trasmitieron oralmente y de igual manera las siento mías, ya forman parte de mi bagaje emocional.

domingo, 16 de octubre de 2011

Sobre lo que llamamos Etica

Hoy e vuelto a pensar en la Ética, y hoy puedo decir que la Ética para mi es no volarme la cabeza cada mañana, eso es Ética para mi hoy. Quizá mañana sea otra cosa, ya que la descubro errante como ciertos prólogos que  me “trillan” la cabeza. Dinámica, esa es a mí entender la principal característica de esta señora de astucia sin igual,  por eso no puedo definirla, porque cuando esta siendo deja de ser, y cuando quiere ser ya ha dejado de serlo. Volviendo a los prólogos, no es la Ética un prologo constante? Un eterno comenzar antes de ser, y un dejar de ser para volver a conformarse en un nuevo comenzar?
Puede ser que esta palabra me haya hecho mal últimamente y en mi fuero interno, busco engañarme al conseguirle otras palabras que la nombren, menos dolorosas, menos caóticas, más dulces, menos separadas de mí andar cotidiano, le busco palabras con sabor a tuco de almuerzos, a yerba húmeda, a habitación fresca en una tarde de verano.
Ya no tiene sentido convocarla si lo único que me produce es dolor, es evidente que ella no es la culpable sino mi cuerpo que se incomoda ante su presencia. Por eso he tenido que hacer esto,  este juego de palabras que me facilitan el habitar, si las palabras no me sirven para eso, para que entonces.
Ya se que no se lo que ella es, pero si se que es lo que me hace sentir bien, por ende ella será a partir de hoy todo aquello que este ligado a mis sentires, sin rango clasificatorio o tablas cuali-cuantitativa ni nada de eso. Ella será aquello por lo que cada mañana no me vuelo la cabeza, será tu sonrisa al verme, será un abrazo de mi padre y el recuerdo de mi madre, será tu llamada, y el mundo a través de los ojos de mi amada.
De esta manera quizá deje de ver solo mi cuerpo y alcance a ver la dignidad de otros, quizá logre al valorar mis sentidos, alejarme de la indignación por los sentires ajenos. Cuantas veces caemos en el enojo por no compartir los deseos de otros, como si ellos dependieran de nuestra aprobación, mucho menos de nuestra indignación, donde queda la Ética en estos puntos cardinales de desencuentro, embriagada de una Moral absurda y enceguecedora, sumida en un discurso que nos ahoga el pensamiento.
Ya no se que carajo es la Ética, pero se que despertarme abrazado a la espalda de la mujer que amo me hace bien. Me pierdo muchas cosas durante los días de trabajo pero llegar a mi casa y servirme una copa de vino me hace bien,  escuchar música me hace bien, leer y escribir me hace bien, amar me hace bien, por eso hoy decido reformular el concepto de la palabra Ética para mi vida y llenarla de todas aquellas cosas que hacen que cada mañana cuando me levanto, decida no volarme la cabeza.