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sábado, 22 de octubre de 2011

Crónicas Urbanas

Yo logre lo que nadie pudo!!!


Yo lo conocí ya de viejo, en su ultima etapa, quizá las mas feliz para el, esto es una suposición mía que se me ocurre dadas las circunstancias contextuales de aquel momento, con 87 años y casi toda una vida resuelta, solo le quedaba disfrutar de los nietos, almorzar los domingos con la familia completa y pasear todas las mañanas por su querido barrio San Martín con el perro, que la verdad no me acuerdo como se llamaba, era un manto negro, gauchito, pero yo le tenia un poco de miedo.

Pichi le decían, todo un personaje el viejo. Era de esos viejos que inspiran ternura, no se explicarlo exactamente con palabras, pero el que estuvo alguna vez a su lado no necesita que se lo explique, lo sabe, seguro que lo sabe. Tenia esa mezcla de nostalgia y felicidad que a uno lo desconcertaba, a veces te parecía que estaba cabizbajo y te salía con una joda, era terrible ese viejo.

En los almuerzos, he compartido algunos con el y otras gentes, después de haber comido, le gustaba pasear por la mesa y ver en que andaba cada uno de los presentes, al pasar te tocaba la espalda de una manera que decía, te invitaba a su mundo.

Entre tantas anécdotas que me ha contado una ha de destacarse por su carácter de irrepetible, y de eso se jactaba don Pichi cada vez que la exponía, digo cada vez porque recuerdo haberla escuchado en mas de una oportunidad, como le gusta hacer a los viejos, contar muchas veces lo mismo.

Se ponía en situación y arrancaba el relato, era domingo por la tarde y en Gral. Daniel Cerri se disputaba la final de futbol de la liga del sur entre Sansinena, equipo que lo alistaba en sus filas, y Bella Vista. Hacia referencia a un par de cosas que pasaron aquella tarde pero lo mas importante, el nudo de todo aquello se producía en el momento mismo en el que el arbitro pitaba un penal a favor del conjunto local, ahí empezaba el espectáculo con movimientos de manos y gesticulaciones, los ojos, tendrían que haber podido verle los ojos para entender como disfrutaba ese hombre al contar aquello que le había pasado.

En su larga carrera como futbolista jamás había errado ningún penal, creo que tiraba el número de penales convertidos y todo a modo de complementación estadística del momento, no lo recuerdo bien. Faltaba poco para el final y estaban empatados asíque un penal pateado por el Pichi era una victoria asegurada. Con la pelota en su brazo izquierdo se dirigía al punto penal, seguro de si mismo, la historia lo avalaba, sus hinchas sabían de lo que era capaz aquel derechazo que salía cual cañonazo endemoniado a quemar cualquier red que le pusieran en frente.

Acomodo la bocha, retrocedió unos cuatro o cinco pasos y arranco la carrera hacia la gloria, el estadio enmudeció, quedo como suspendido en un instante eterno donde no existe ni una vibración, las caras quedaron perpetradas como queriendo simular cuadros para la posteridad. Solo se escucho un silbido desgarrador, producto de la velocidad de la pelota dirigiéndose en camino recto al encuentro con la red. Seguido de ello un grito que enmudeció mas aun a todos aquellos que estaban presentes. “La ataje!” “La atajeee” grito el arquero, que se saco la boina y corrió enloquecido como queriendo festejar.

Yo fui el único que hice hablar al mudo Carranza decía el Pichi, mientras sus ojos acompañaban la expresión creciendo de tamaño. Todos nos reíamos mucho, yo me reía cada vez que lo escuchaba contarla. Lo que nunca le pregunte fue como termino el partido y si ese tal Carranza volvio a emitir sonido despues de aquella tarde. No creo que alguien se acuerde, lo que si estoy seguro es que nadie se debe olvidar del día en que el Pichi hizo hablar al mudo Carranza.

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