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jueves, 10 de marzo de 2011

Camino a casa

Dobló la esquina a paso de hombre, como no podía ser de otra manera, ya que Juan era un hombre –muchas veces a los pasos se los clasifica con otros nombres, pero al fin y al cabo si  están dados por un hombre, serán pasos de hombre inevitablemente-  y sus pupilas empezaron a captar el cambio de escenario que brindaba aquella acera, parecía mágico, una simple vuelta a la esquina y ya nada era igual, le pareció haber cruzado un umbral que lleva a un mundo paralelo, ya no había grandes luces, ni ruidos, solo sombras y silencios. Los árboles formaban figuras en el cemento que cambiaban con el bamboleo del viento, la luz mortecina de un solo foco, al medio de la cuadra, tal como eran todos en la antigüedad, solo regaba de blanco un espacio muy reducido. Juan dudo, disminuyo el tranco, sintió miedo, no sabia porque ya que nada extraño estaba sucediendo pero parecía que algo se había apoderado de el, de sus pensamientos, y lo hacia dudar. Avanzo mas lento mirando hacia  ambos lados, calculo mentalmente que le quedaban aun unas  cuatro cuadras para llegar a su casa, sumido en su pensamiento se altero cuando algo se movió a su izquierda, entre un pequeño arbusto y un nicho de gas, era un perro, solo se estaba acomodando para pasar la fría noche. Juan se sentía muy tenso, lo noto, sus piernas casi no querían avanzar, tuvo que hacer un esfuerzo mayor para continuar. Sentía frío, se acomodo la bufanda y se metió la mano por debajo de la campera para acomodarse la remera por debajo del pantalón, ahí noto que estaba empapado en sudor.
Había una parada de ómnibus unos 30 metros mas adelante y dos siluetas esperaban, formando parte de aquel paisaje noctámbulo,  Juan pensó que era una lastima que no haya luna llena, eso hubiera mejorado la visión y el no estaría tan alterado. Desde su lugar no llegaba a divisar si aquellos dos allí adelante, esperaban el Bondi o solo estaban tramando algo, que dada la situación no podía ser nada bueno pensó Juan, serian dos cómplices, o serian una pareja robándole un poco de frío a aquella dura noche de invierno, se le ocurrió que de uno u otra manera seguían siendo cómplices de algo, pero no le quedo otra opción que seguir avanzando, cruzar a la otra vereda era como abrir la billetera y decir a viva voz, si tengo miedo, llévense todo pero no me hagan daño!! Lo descarto enseguida y siguió hacia adelante dando zancadas dubitativas, paso por al lado y acelero un poco, para ese entonces le sudaban las manos, sentía que la vista se le nublaba y no podía contener el aliento, mil sonidos se agolparon en sus oídos, sintió deseos de correr pero sus piernas flaqueaban temblorosas, se sintió presa del pánico que lo gobernaba por completo. A duras penas logro avanzar y de pronto, luego de un breve silencio, un acompañamiento de pasos le hacían de sombra, temió lo peor, aquellos dos rufianes decididos a cometer sabe que atropello se le venían encima, nuevamente pensó en correr pero ya era tarde, se dio vuelta y ese instante pareció eterno, todo en el lugar se detuvo, los árboles quedaron inmóviles y el viento se ahuyento de golpe, sus ojos recorrían el lugar en cámara lenta, para ese entonces Juan no lograba entender como continuaba en pie, era una bolsa de tendones agarrotados, a tal punto que esa tensión llegaba al dolor.
Juan sonrió, era el perro que lo había seguido –Entupido perro pensó- y siguió el camino que le quedaba hasta su casa.
Prendió la compu y busco alguien con quien charlar, quería olvidarse de aquel episodio, busco un vaso con agua y se preparo un sándwich de Salame y fiambrin -la madre siempre le decía que comprara queso que era mas barato, pero a el le gustaba el fiambrin- lo suavizo con un poco de queso untable.
Bebió un sorbo y pensó lo absurdo que fue todo aquello, el miedo, el sudor, el entupido perro –volvió a sonreír- dio su primer mordisco y se contento con el sabor, era como a el le gustaba. 
El silencio envolvía la casa, Juan chateaba con Mario y esporádicamente le contestaba algún que otro mensaje a una chica que había conocido en el boliche la semana pasada, se lleva nuevamente el baso a la boca para beber y, de repente el dispenser de agua libero una burbuja hacia arriba haciendo un ruido aterrador, Juan golpeo su labio con el vaso y se corto, la sangre fluyo raudamente, mancho el teclado, largo un insulto al aire y salio hacia el baño para limpiarse
Se enjuago la boca y se puso una servilleta de papel sobre el labio para contener la sangre, levanto la vista y se vio reflejado en el espejo, se detuvo un instante a observar su rostro -maldito perro dijo-  pero esta ves no sonrio, apago la luz, controlo que  todas las puertas estuvieran con llave y se fue a dormir.

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